Por: Guillermo Alvarado
Líderes y representantes de unos 60 países participaron en la Cumbre sobre Acción Climática de la ONU, con un llamado de atención sobre la aceleración del calentamiento global con efectos nocivos en cualquier parte del planeta, aunque hay quienes insisten en negarlo.
Con preocupación y un cierto optimismo, el secretario general de la máxima entidad mundial, Antonio Guterres, afirmó que la situación es muy grave, pero todavía estamos a tiempo de hacer algo.
Las emisiones de gases con efecto invernadero están alcanzando niveles sin precedentes; los últimos cuatro años han sido los más cálidos de la historia; las temperaturas invernales de los polos del planeta aumentaron 3 grados centígrados desde 1990; el nivel del mar sube y los corales mueren.
A estos síntomas claros de que el globo terráqueo está afiebrado, se le suman los eventos extremos del clima, como la contaminación del aire, oleadas de calor, sequías extremas y lluvias torrenciales que ponen en peligro la vida de nuestra especie.
Una particular preocupación causa el incremento de la emisión de dióxido de carbono, el CO2, un gas cuyo efecto nocivo puede permanecer durante miles de años en la atmósfera, y más tiempo aún en los océanos, lo que significa que la seguridad del ser humano a largo plazo ya está comprometida.
De hecho, los especialistas advierten que la sobrevivencia de millones de personas va a depender de su capacidad de adaptación a un medio ambiente más agresivo, cálido y lleno de eventos muy destructivos.
En ocasión de la Cumbre de la Acción Climática, la organización Oxfam denunció las enormes desigualdades para enfrentar este fenómeno entre los países más desarrollados y los más pobres.
La ayuda que reciben las 48 naciones más necesitadas para enfrentar el impacto del calentamiento global es irrisoria, de acuerdo con esta entidad, porque apenas equivale a menos de un centavo de dólar por persona al día.
Es verdad que existen instrumentos legales, como el Acuerdo de París, por medio de los cuales los principales contaminadores del mundo se comprometen a reducir las emisiones de gases con efecto invernadero para evitar el aumento de la temperatura media.
Una cosa, sin embargo, es que se firmen estos documentos y otra es que se puedan llevar a cabo todas las acciones ofrecidas.
Un mal precedente lo sentó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que abandonó los compromisos asumidos en París y se ha dedicado a desmontar los programas aplicados por su antecesor, Barack Obama.
Trump se negó a asistir a la Cumbre de Acción Climática y en su lugar fue a otro evento de menor importancia que se celebró en el mismo edificio de la ONU, demostrando así su indiferencia y su ignorancia sobre un problema vital para toda la humanidad.