Por: María Josefina Arce
Pocos hombres han dejado una huella tan profunda en varias generaciones. Su imagen acompaña a quienes en cualquier lugar del planeta defienden su derecho a una vida mejor. El ejemplo del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara une pueblos y hermana hombres.
El Che, como es mundialmente conocido, es admirado por muchos. Su corta vida fue un legado de valentía, honor y consagración a sus ideales. Luchó junto a los cubanos por su completa independencia y alcanzada esta marchó pocos años después a otras tierras para brindarles el concurso de sus modestos esfuerzos.
Del guerrillero argentino- cubano diría el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, que era un hombre de “gran talento,
una gran inteligencia, una gran capacidad teórica...”
A todo eso señaló se unían también “condiciones humanas excepcionales, de compañerismo, desinterés, altruismo, valentía personal.” A Fidel y al Che les unía una gran amistad, asentada en la mutua admiración y convicciones revolucionarias, por las que lucharon hasta sus últimos días.
Estos dos hombres rebasaron las fronteras de sus países. Sus ideales y la lucha de ambos por convertir al mundo en un lugar mejor para todos sigue inspirando a incontables personas en el planeta.
Para los cubanos el Che ocupa un lugar especial en la memoria y el cariño de varias generaciones. Supo con su arduo trabajo y su decir directo, sin ambages, granjearse la estimación y el respeto.
Una de sus tantas cualidades que puso de manifiesto en sus denuncias contra el imperialismo norteamericano y sus crímenes, en los foros internacionales que tuvieron el honor de contar con su presencia y escuchar su esclarecedora voz.
Los cubanos que no lo conocieron han crecido con la aspiración de convertirse, bajo su guía, en hombres y mujeres de bien, en revolucionarios consecuentes, dispuestos a luchar y defender sus convicciones.
Así era el Guerrillero Heroico. En la carta de despedida a sus hijos cuando partió de Cuba en 1965 para continuar dando su contribución a la lucha revolucionaria de otros pueblos del mundo, afirmó “Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro ha sido leal a sus convicciones.”
Pero también subrayó cuál debe ser una de las principales características de un revolucionario: sentir en lo más hondo “cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”.
Herido en combate y apresado el ocho de octubre de 1967, asesinado un día después en La Higuera, Bolivia, este gran hombre no ha dejado de estar presente en América Latina y el resto del mundo. Gran amigo de Fidel Castro y admirador y seguidor del ideario del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, es el Che un paradigma para los revolucionarios y para todo hombre justo y digno.
