Lo que vendrá ahora en Bolivia

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2019-11-14 08:21:08

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Foto:TeleSur.

Por: Guillermo Alvarado

La compleja situación política y social que se vive en Bolivia tras el golpe de Estado contra el presidente Evo Morales permite avizorar tiempos muy difíciles para la población, que verá cómo se revierten los beneficios alcanzados durante los últimos 14 años y se reinstalan regímenes de derecha y antipopulares.

Quizás en estos momentos muchos de los que apoyaron la asonada no hayan caído en la cuenta del tremendo error que cometieron, al favorecer el final del mejor gobierno que el país andino haya tenido en toda su historia.

Como he dicho en anteriores comentarios, Evo no sólo sacó a esa nación de una terrible pobreza, equiparable solo a la de Haití, para convertirla en la más próspera de la región, sino que les dio patria e identidad, orgullo y sentido de pertenencia a todos los ciudadanos, incluidos sectores de la derecha.

Al crear un mercado nacional fuerte se mejoró la condición de vida de centenares de miles de personas y también contribuyó a la prosperidad de pequeños, medianos y hasta grandes empresarios.

Todo esto comenzará a desaparecer con el arribo de administraciones neoliberales, racistas y misóginas, que irán eliminando servicios públicos de calidad, entre ellos la educación, salud, vivienda e infraestructura, y aquellos que permanezcan serán de uso exclusivo para quienes puedan pagarlos.

Pronto veremos cómo se privatizan carreteras y autopistas, así como novedosos medios de transporte público, como el teleférico en La Paz, la capital, que comunica con sitios cercanos, entre ellos la ciudad de El Alto.

Recordemos que Evo no sólo nacionalizó los recursos naturales, sino que obligó a las transnacionales a renegociar los acuerdos para su explotación. Antes más del 80 por ciento de los beneficios salían al exterior y menos del 20 quedaban en el país, que solo era próspero en aumentar su número de pobres.

Con su mentalidad mercenaria y de corsario, la derecha comenzará a privatizar de nuevo el cobre, el gas, la plata, el oro, el estaño, el hierro y el litio, además del agua, y retornará la explotación brutal de la mano de obra.

En el plano social, ya está anunciada una cruzada caracterizada por el fanatismo religioso, sean católicos o evangélicos, destinada a convertir de nuevo al indígena en un objeto, y a la mujer en menos aún que eso.

Si alguien lo duda, basta recordar las tenebrosas imágenes de una alcaldesa del partido de Evo pintarrajeada, con el pelo cortado y humillada al máximo por una turba exaltada y furiosa, o al director de un periódico amarrado a un árbol como si fuese un peligroso delincuente o una res.

Evo invirtió las ganancias obtenidas por el comercio de los recursos naturales para mejorar y modernizar al país y su gente. Ahora esas riquezas irán a los bolsillos de particulares, cuando no saldrán al exterior para engordar a las transnacionales.

Tarde, muy tarde, comprenderán los bolivianos todo lo que perdieron al consentir el golpe de Estado contra el mejor presidente que jamás tuvieron y uno de los mejores que ha existido en todo el continente. A los golpistas, recordarles que cada pobre, cada niño sin escuela, cada joven sin empleo y cada muerto por necesidades serán responsabilidad exclusiva de ellos. La historia los juzgará y, sin duda alguna, los condenará.



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