Por Guillermo Alvarado

La entrada del multimillonario Michael Bloomberg en la carrera por la presidencia de Estados Unidos, quien va como precandidato bajo la bandera del partido Demócrata, le da un cambio a la contienda por la Casa Blanca que hasta ahora parecía inclinarse por su actual inquilino, Donald Trump.

Son varias las implicaciones que se desprenden de este anuncio, no sólo de cara a quién ocupará el Despacho Oval durante la próxima administración, sino que también con vistas a transformaciones sustanciales en el sistema electoral de la nación norteña.

Respecto al primer tema, los expertos solían decir que los demócratas tienen todo para derrotar a Trump en noviembre de 2020, excepto un candidato.

El antiguo vicepresidente Joe Biden se perfilaba como el más sólido entre los aspirantes del partido de los burros, por el animal que los representa, pero no lo suficiente para imponerse con comodidad, menos ahora que quedó salpicado por acusaciones de supuesta corrupción de su hijo en una empresa de gas ucraniana.

Nadie niega que la maniobra para destapar este escándalo le salió muy cara al presidente Trump y lo podría mandar a un juicio político, con su eventual destitución, pero en el imaginario popular la mancha sobre los Biden, padre e hijo, ya quedó sembrada y será difícil de desvanecer.

Y entonces aparece la figura de Bloomberg, hombre con historial político que ya demostró que sabe nadar, no entre dos, sino en tres aguas.

Fue electo alcalde de Nueva York en 2002 por el partido Republicano y reelecto en 2005, pero dos años más tarde se separó de esa formación política y se declaró independiente y en esa condición volvió a ganar en 2009.

Finalmente se adhirió al partido Demócrata, del que había hecho suyas varias iniciativas cuando estuvo al mando de la Gran Manzana, entre ellas el control de armas y el matrimonio homosexual. En materia fiscal, no obstante, mantiene las posturas propias de los republicanos, es decir favorables al gran capital.

Nació en 1942 en un barrio popular de la periferia de Boston, hijo de un contador y una secretaria, y a diferencia de Trump no heredó su fortuna, estimada en 55 mil millones de dólares, sino la construyó junto a su emporio de venta de información especializada a los grandes consorcios empresariales.

Hoy día Bloomberg LP cuenta con 20 mil empleados, de ellos dos mil 700 periodistas y cientos de miles de suscriptores en todo el mundo.

Su entrada en la carrera presidencial, con capital propio para financiar su campaña, marca una diferencia y rompe la tradición de la colecta de fondos que era no sólo fuente de dinero, sino medidor de la influencia de un candidato.

Si ocurre el enfrentamiento Bloomberg-Trump será un duelo de multimillonarios que dejará fuera a la clase política tradicional, una novedad en la historia moderna de Estados Unidos y también un manantial de molestias e inconformidades que será interesante de observar, porque debemos recordar que entre más grande es la fortuna, menos importa si se es demócrata o republicano.