Por María Josefina Arce.
Luis Inacio Lula Da Silva está libre, pero continúan saliendo a la luz detalles de la implicación del actual ministro de Justicia, Sergio Moro, en la detención e injusta prisión que por más de 500 días sufrió el ex presidente brasileño.
El diario Folhia de Sao Paulo publicó en los últimos días que Moro, magistrado de Lava Jato, rompió su propio estándar en la conocida operación anticorrupción al divulgar audios del ex mandatario, los únicos que fueron dados a conocer públicamente.
Precisa el rotativo que en otros ejemplos encontrados por el grupo de trabajo, todos ellos extraídos de acciones policiales supervisadas por Moro en Lava Jato, se restringió el levantamiento del secreto.
El ex mandatario, que abandonó el poder con un altísimo grado de popularidad por haber sacado a millones de brasileños de la pobreza, fue condenado en segunda instancia por, supuestamente, haberse beneficiado de unas obras realizadas por una constructora en un apartamento que frecuentaba.
Sin embargo, nunca se presentaron pruebas al respecto, lo que no fue impedimento para la detención y encarcelamiento del fundador del Partido de los Trabajadores.
La verdad es que detrás de todo estuvo la intención de sacar a Lula Da Silva de la contienda electoral del pasado año, dada su gran aceptación entre los brasileños.
Aún preso y antes de retirarse de la campaña electoral, inhabilitado por la justicia, era Lula el candidato con más opciones de imponerse en las urnas y erigirse nuevamente como presidente.
Entonces la derecha maniobró y tuvo en Moro un fiel aliado. Su recompensa fue ser nombrado titular de Justicia, por el nuevo presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien ha alabado los presuntos logros en el combate anticorrupción del entonces magistrado, el primero que condenó a Lula, el gran rival político.
El ex presidente fue objeto de una cacería de brujas, que se inició con el golpe parlamentario en 2016 contra la entonces presidenta Dilma Rousseff, también del Partido de los Trabajadores.
Numerosos detalles salidos a la luz han demostrado que Lava Jato no fue una operación anticorrupción tan transparente y limpia como se pretendió. Fue utilizada por la derecha para materializar sus intenciones de volver al poder.
El ex presidente Lula Da Silva fue el gran perseguido político, al que se quitó de en medio de cara a las elecciones de octubre de 2018, pero que se mantiene con un gran peso en la escena política de Brasil.