Por: Roberto Morejón
En el inicio de 2020, la administración del presidente Donald Trump reafirmó su papel desestabilizador en el mundo, al apelar a sus frecuentes sanciones, apremios, ataques e incluso crímenes.
Poco antes de ordenar el asesinato del general iraní Qassem Soleimani y su colaborador Abu Mahdi al-Muhandes, el primer mandatario del país norteño dictó una nueva cortapisa contra Cuba.
El secretario norteamericano de Estado, Mike Pompeo, informó sobe la prohibición de la entrada del ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, Leopoldo Cintra Frías.
La encandilada determinación sin efecto práctico apeló a las carcomidas manifestaciones sobre una supuesta intervención de Cuba en Venezuela.
Desde hace meses, Trump y sus subordinados insisten hasta el delirio en semejante narrativa, porque ---consideran--- una mentira repetida se convertirá en verdad.
Salvo la continuada solidaridad política, no hay relación de Cuba con el curso de la vida interna en Venezuela ni de otro país, mientras Estados Unidos sí interviene en la nación sudamericana.
Si no fuera por Pompeo, el fantoche opositor Juan Guaidó seguiría como oscura pieza desconocida en el tablero de los asalariados de la Casa Blanca.
En relación con Cuba, vale decir que la medida enfilada contra el ministro de las FAR en nada alterará el reconocimiento de la sociedad hacia una persona íntegra.
Desde los 16 años Cintra Frías se integró a la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, apoyada por Estados Unidos.
El destacado militar tiene una extensa trayectoria de servicios a la patria dentro y fuera de la mayor de las Antillas.
Los cubanos reconocen su participación sobresaliente en misiones internacionalistas en Etiopía y Angola, en ese último país frente a la agresión de los racistas de Sudáfrica, respaldados por Estados Unidos.
Las calumnias, mentiras, campañas de odio y castigos en el arsenal del actual gobierno estadounidense ya son harto conocidas, pues antes aplicó similares disposiciones contra otros dirigentes cubanos.
En noviembre de 2019, Estados Unidos aplicó la misma Sección 7031 sobre la prohibición de ingreso a aquella nación al ministro cubano del Interior, Julio César Gandarilla.
En septiembre de ese año lo hizo contra el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Raúl Castro.
Todos los cubanos son afectados de una manera u otra por los apremios inherentes al acentuado bloqueo, dictado por Trump, quien, por cierto, calificó recientemente en Miami de “pesadilla” lo que esbozó como “el comunismo y el socialismo”.
Ciertamente, no hay nadie más semejante que él a una pesadilla.