Por: Roberto Morejón
La reciente reunión de países miembros de la CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en México representó un serio y arduo esfuerzo del país anfitrión y de muchos de los asistentes por reactivar un mecanismo muy útil para la región.
La organización, guía del encuentro y posterior programa de trabajo expuesto por el gobierno de México constituye un buen punto de partida para darle nuevos aires a la CELAC, después de su último foro en fecha ya distante, fines de 2017, en República Dominicana.
Con las únicas ausencias de 4 países, dos de ellas Bolivia y Brasil por imaginables posiciones políticas de sus gobiernos, la CELAC diseñó un rumbo de trabajo en medio de la búsqueda de consenso e intentos de apartar temas de desacuerdo.
Un esquema de trabajo de 14 puntos trazado por el país anfitrión destaca por centrarse en objetivos concretos y medibles en relación con los intercambios en comercio, la rama espacial y los desastres naturales.
Definida como una sesión de trabajo cordial y respetuosa, la reciente cita de la CELAC dio el beneplácito a la presidencia pro tempore de México y saludó sus intentos por enfilar empeños hacia asuntos cardinales, como el rechazo a la corrupción y la vigilancia sobre amenazas a la salud.
Llamó la atención entre las propuestas la organización de compras conjuntas entre los integrantes del bloque para, según la visión de los mexicanos, obtener condiciones más favorables de calidad, precio y financiamiento.
Puede coincidirse con las autoridades de ese país encabezadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador en que el hecho de reunirse y escuchar las diferentes voces es un paso de avance.
Precisamente, la CELAC está definida como un espacio de respeto a los criterios de cada país miembro. No obstante, la presidencia rotativa de la CELAC procurará robustecer posturas y unidad en el concierto internacional en asuntos donde sean posibles las coincidencias.
La intención es llamativa porque los países en conjunto representan 17 por ciento de los afiliados a la ONU. En el plan exterior también sobresale según la visión de los mexicanos la de estrechar lazos con China, la Unión Europea y Rusia, contrapartes con las que ya la CELAC sostuvo diálogos sugerentes.
A nueve años de su creación en Caracas durante la tercera cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo, la CELAC acaba de enfilar proa nuevamente hacia horizontes de consenso y solo queda desearle éxitos en su gestión.
Es de esperar que la paz, sustentada en la proclama de América Latina y el Caribe firmada en La Habana en 2014, pueda preservarse en un contexto mundial convulso, en el que poderosos actores hacen gala de lenguajes y acciones de guerra.