Por: Roberto Morejón
El asesinato en circunstancias sospechosas del ex capitán de la policía militar brasileña Adriano de Nóbrega, generó especulaciones por su vinculación con un sonado crimen y con una figura cercana al poder en el gigante sudamericano.
Conocido como el Capitán Adriano, el ex oficial y activo paramilitar resultó abatido en un intercambio de disparos con policías, a pesar de que el propósito alegado era capturarlo vivo.
La otra investigación judicial en la que figura el nombre del abatido ex capitán es el desvío de fondos públicos en el equipo de Flavio Bolsonaro, cuando el hijo mayor del ultraderechista presidente Jair Bolsonaro era diputado estadual.
Por esos cauces turbulentos navega la abrupta muerte de Adriano de Nóbrega, un hecho que desató suspicacias.
Según versiones de prensa y el criterio de la esposa del fallecido, a muchos en Brasil les preocupaba lo que pudiera confesar el fugitivo si era arrestado.
Flavio Bolsonaro, quien funge como asesor de su padre y hoy es senador a nivel nacional, empleó a la madre y la esposa de Adriano de Nóbrega en su oficina en
Nóbrega era amigo de Fabricio Queiroz, ex asistente del entonces senador estadual Flavio Bolsonaro.
Queiroz fue acusado de cobrar parte de los sueldos fruto de extorsiones de la oficina de su jefe, un procedimiento conocido en Brasil como “agrietados”.
NO por casualidad Nóbrega tenía sospechas de que querían asesinarlo, según narró a allegados.
Muchos se preguntan a quién benefició el aniquilamiento fulminante del delincuente, en circunstancias en que gigantescos resortes se han movido para impedir las investigaciones sobre el crimen de Marielle Franco.
Recuérdese igualmente que NO son del agrado del actual gobernante brasileño los reportajes en la prensa relacionados con Flavio Bolsonaro, envuelto en un escándalo de corrupción.
El dignatario conservador depositó confianza en su vástago hasta hacerlo elegir vicepresidente de Alianza para Brasil, un nuevo partido fundado por él.
De acuerdo con el criterio del estadista, las maniobras para inculpar a su hijo mayor nacen en las oficinas del gobernador fluminense Wilson Witzel, blanco de virulentos ataques.
Más allá de la presunta rivalidad saltan a la palestra pública los oscuros entretelones en el clan familiar del presidente de Brasil, el gobierno y antiguos colaboradores.
La gestión del primer mandatario sigue estremecida por escándalos, pugnas, despidos, excentricidades y arranques contra quienes Bolsonaro considera sus enemigos.