Por: Guillermo Alvarado
A pesar de quedar en segundo lugar en las recientes elecciones legislativas de Israel, el líder del partido Azúl y Blanco, general retirado Benny Gantz, fue encargado por el presidente Reuven Rivlin para formar un nuevo gobierno y poner fin a una crisis política que pronto cumplirá un año.
Como recordarán, amigos, en esos comicios el ganador fue el actual primer ministro en funciones, Benjamin Netanyahu, con 36 escaños de un Parlamento que tiene 120 miembros en total.
Con todo y ese resultado y las alianzas con otras agrupaciones de derecha y extrema derecha, el jefe de gobierno interino no logró la mayoría absoluta de 61 diputados.
Para colmo de su mala suerte, cuando se hizo una consulta con los legisladores, 61 de ellos recomendaron que se pidiera a Gantz organizar al ejecutivo y 58 se inclinaron por Netanyahu.
Se trata de un golpe duro para el líder sionista que contaba con hacerse del poder una vez más y así eludir una acusación por malversación, corrupción y abuso de confianza.
De hecho la primera audiencia del juicio estaba programada para el martes reciente, pero debido a la emergencia declarada por la pandemia de coronavirus los tribunales entraron en receso y postergaron el caso para el 24 de mayo.
Netanyahu es el primer jefe de gobierno durante los 62 años del Estado de Israel que es objeto de una acusación semejante durante sus funciones, lo que debió provocar su renuncia por una cuestión de ética elemental, pero decidió aferrarse al cargo para aprovechar la inmunidad que le otorgan las leyes.
El punto ahora es ver si Gantz es capaz de construir una coalición que le permita gobernar. El principal argumento a su favor es la crisis sanitaria generada por la Covid-19 y la necesidad de contar con un ejecutivo fuerte, capaz de adoptar un programa efectivo para hacer frente a la pandemia.
Hasta el momento hay en Israel 255 casos positivos y miles están confinados bajo sospecha de portar el virus, pero los especialistas advierten que las cifras se pueden disparar en cualquier momento.
Respecto a esta pandemia, los dirigentes palestinos acusaron a Tel Aviv de ampararse solapadamente en el estado de emergencia para usurpar más tierras en las zonas ocupadas de Cisjordania.
También hubo una denuncia de que Israel envió a un médico que había dado positivo al coronavirus para atender a los palestinos prisioneros en cárceles sionistas. De resultar cierta esta versión, estaríamos ante un repudiable caso de propagar intencionalmente la Covid-19 entre un grupo de personas indefensas.
Volviendo a nuestro tema, de acuerdo con las leyes el jefe del partido Azúl y Blanco tiene 28 días para lograr su objetivo y cerrar así una etapa negra en la política israelí, que comenzó en abril de 2019 y que luego de tres elecciones, aún permanece abierta.
En caso de fallar en su objetivo, Netanyahu quizás tendrá su oportunidad o, en el peor de los casos, habrá que convocar a nuevas votaciones en una sociedad que ya está cansada de un modelo que no funciona.