Por: Guillermo Alvarado

La Organización Mundial de la Salud, OMS, señaló que comprende la preocupación de muchos gobiernos por los daños que la pandemia de Covid-19 está causando a la economía y el aparato productivo, pero recordó que la prioridad fundamental es detener la enfermedad y salvar a las personas.

De esta manera la entidad salió al paso de peligrosas tendencias en algunos países, como Estados Unidos y Brasil, que no son los únicos por cierto, que se inclinan más por defender las ganancias y los intereses de los grandes empresarios, aunque esto signifique sacrificar a parte de la población.

Muestra descarnada de este pensamiento la dio el vicegobernador del estado norteamericano de Texas, Dan Patrick, quien sugirió que los ancianos mueran para salvar la economía de ese país.

Personas como esta, junto al presidente Donald Trump, son los que han liquidado la escasa y última oportunidad de que Estados Unidos muestre algún liderazgo mundial más o menos positivo.

La patria de Abraham Lincoln, Walt Whitman, Mark Twain, William Faulkner y Noam Chomsky, entre otros, está desapareciendo y en su lugar queda una plutocracia rapaz, para la que un dólar vale más que una vida humana.

No menos obtuso es el gobernante de Brasil, Jair Bolsonaro, que propuso mantener abiertas las iglesias a pesar del peligro y se niega a decretar la cuarentena para no afectar los negocios.

Llama la atención que en el gigante sudamericano incluso las pandillas que controlan las favelas, ya decretaron el aislamiento de los habitantes para evitar que el virus los diezme, pero Bolsonaro sigue mirando para otro lado, para el norte, concretamente.

En el extremo opuesto de la balanza, China, Cuba y Rusia acudieron en auxilio de Italia, donde la situación es extremadamente crítica. La nación caribeña está dando lecciones de humanismo al mundo entero al enviar a sus médicos a varios países y pone a disposición de quien le haga falta su desarrollo biotecnológico, sin ningún ánimo de buscar.

La humanidad está viviendo momentos definitorios, estamos ante esas circunstancias extraordinarias en las que cada cual muestra sin disfraces cuáles son sus prioridades. Ojalá que cuando pase el peligro, las personas, los pueblos y las naciones hagan memoria y recuerden quién dio la mano y ofreció la vida, y quien veló solo por sus riquezas y su egoísmo.

Como las aves por su plumaje y los árboles por sus frutos, los hombres se reconocen por sus actos.