Por: Guillermo Alvarado

En apenas cuatro o tres meses el Sars-CoV-2, como se denomina el virus causante de la enfermedad que tiene en vilo al mundo entero, desmanteló todas las previsiones sobre el comportamiento de la economía en países desarrollados y pobres y nos colocó en el umbral de otra crisis.

Tan cierto como que un millón y medio de personas se contagiaron con la Covid-19 y cerca de 85 mil murieron, es que en estos momentos la producción, el comercio, el empleo, la construcción y la agricultura sufren el embate de la cuarentena y las políticas de alejamiento social, necesarias para contener esta pandemia.

Así lo han reconocido instituciones y especialistas, que nos advierten que cuando se logre rebasar la crisis sanitaria, estaremos en medio de otro torbellino provocado por una economía destruida.

La directora general del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, advirtió que nos encaminamos a una recesión como no se había visto desde la llamada Gran Depresión, ocurrida a principios de los años 30 de la centuria pasada, que detonó en Estados Unidos y cubrió a todo el planeta.

Dijo la funcionaria que apenas hace tres meses se estimaba un crecimiento de la renta por habitante en 160 países, un pronóstico que se hizo polvo.

Las naciones desarrolladas y las economías emergentes sufrirán un severo impacto, señaló Georgieva, pero los pueblos más pobres en América Latina, África y algunas regiones de Asia, corren un peligro mucho más grande.

Al reto de luchar contra el virus en ciudades densamente pobladas y barrios marginales, donde las medidas elementales de higiene para no enfermarse son una ilusión, se le agrega la carga de una deuda insostenible, la paralización de fábricas y la destrucción de millones de empleos.

Tienen menos recursos, los sistemas de salud son endebles, sus producciones están expuestas a las variaciones de la oferta y la demanda y se les imponen duras condiciones para la asistencia financiera.

Haití, Guatemala, El Salvador y Honduras, están entre los más expuestos en nuestra región, panorama que con algunas excepciones se repite en África Subsahariana y Asia.

La situación está tan mala, y la incertidumbre sobre la duración de la pandemia es así de grande, que resulta imposible hacer un pronóstico exacto de cuáles serán los resultados en la economía mundial este 2020, pero existe la certeza de que serán negativos para todos.

Como ocurre en cada crisis, algunos sufrirán más que otros, y hasta habrá quién se las arregle para ganar, pero cuando todo termine el mundo no debería funcionar como antes, si de verdad somos una especie inteligente.