Por: Guillermo Alvarado
Con menor impacto por ahora respecto a Europa y América, la pandemia de Covid-19 ya está presente en la mayoría de países de África, donde se registran en todo el continente más de 16 mil 500 contagios confirmados y murieron alrededor de 900 personas.
Se trata de una amplia región del mundo que despierta gran preocupación entre los especialistas debido a sus graves vulnerabilidades. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, OMS, apenas hay cinco mil camas de cuidados intensivos y dos mil respiradores, a todas luces insuficientes.
Esta semana aterrizó en Etiopía un avión con mascarillas, medicamentos y equipos para atender a unas 30 mil víctimas de la enfermedad, que serán trasladadas a cinco países, Djibouti, Sudán, Eritrea, Somalia y Tanzania. La ONU espera abrir corredores humanitarios para cubrir todo el continente.
También el Fondo Monetario Internacional anunció un programa para aliviar la carga de la deuda a varias naciones africanas durante seis meses.
Toda ayuda posible es necesaria para poblaciones viviendo en condiciones terribles, donde las medidas recomendadas para prevenir la Covid-19, como la distancia social y el lavado frecuente con agua y jabón, son sencillamente imposibles por el hacinamiento y la ausencia de infraestructuras.
Pero el arribo de la pandemia a África también ha reactivado el fenómeno de la migración hacia Europa, un viaje lleno de peligros que incluye cruzar desiertos, quedar en manos de despiadados traficantes y, si hay suerte, una azarosa travesía por el mar Mediterráneo para caer en tierra de nadie.
Italia, el país hacia donde suelen dirigirse muchos migrantes, está atravesando semanas críticas por el SARS-CoV-2 y sus puertas están cerradas para todos, incluidos viajeros indocumentados que huyen de otros peligros.
Hace poco, 150 migrantes fueron rescatados cuando estaban a punto de ahogarse por un barco de la organización alemana Alan Kurdi, pero autoridades italianas les notificaron que deben permanecer a bordo por lo menos 14 días antes de un eventual desembarco. Uno solo de ellos que esté enfermo, bastará para extender el virus a todos.
En estos días también arreciaron denuncias sobre las condiciones en que los traficantes mantienen a los aspirantes a migrar en lugares como Libia, donde sufren violencia, torturas, violaciones, esclavitud y prostitución.
Son dramas aparentemente sin salida, pero debemos recordar lo que se ha dicho antes, una y otra vez: la única solución a la migración masiva es generar desarrollo, empleo y bienestar en los países emisores. Si esto no ocurre así, las personas solo tienen la alternativa de escoger dónde prefieren morir.