Por Maria Josefina Arce
Pocas horas nos separan de una fecha de gran trascendencia para Cuba, en la que se puso de manifiesto la decisión y el compromiso del pueblo con la triunfante revolución. La victoria sobre la invasión mercenaria de Playa Girón dejó bien claro al mundo, y en especial a Estados Unidos, cuál era el camino escogido por los cubanos.
Una senda que no ha estado exenta de obstáculos, máxime cuando los diversos gobiernos norteamericanos han persistido infructuosamente en su objetivo de rendirnos por hambre y enfermedades, con un bloqueo económico, comercial y financiero que ya dura casi sesenta años.
Una medida criminal categóricamente rechazada por la comunidad internacional, pero que cada día se recrudece y que en tiempos de pandemia profundiza su carácter genocida, pues dificulta la respuesta de la Mayor de las Antillas a la COVID 19.
Pero a los cubanos nos sobra entereza y decisión, ya lo reafirmaron en Girón las generaciones anteriores. Por eso aunque muchas cosas se nos dificultan no es impedimenta para que el gobierno vele por la protección de cada ciudadano y el país siga por el camino trazado.
El esfuerzo es inmenso y requiere de un gran compromiso político. De trabajar todos juntos buscando soluciones y vías alternativas que garanticen los insumos necesarios para enfrentar la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, pues hasta los implementos de protección requeridos u otros para la asistencia medica busca Estados Unidos impedir que lleguen a nuestro territorio.
Con abnegación laboran todos los profesionales de la salud y el personal de apoyo. Cada día mantienen una lucha constante contra la alta letalidad de la dolencia, y en ese derroche de humanismo y entrega están acompañados por la comunidad científica cubana que trabaja contra reloj en la búsqueda de una vacuna.
También demuestran su generosidad quienes hoy están lejos de su familia y amigos, pues entienden de la necesidad de apoyar a otros pueblos en la lucha por la vida, aún poniendo en riesgo las suyas.
Son cubanos comprometidos con su revolución, que no se consideran héroes, sino revolucionarios como aquellos que en Girón defendieron nuestra soberanía y el derecho a construir una nación para todos.
Y en esta batalla están apoyados igualmente por quienes desde otros frentes, económicos, del transporte y las comunicaciones cumplen con sus tareas para que los más vulnerables estén protegidos.
Es la unidad de un pueblo, la que nos legaron aquellas generaciones que con la fuerza de sus convicciones derrotaron en menos de 72 horas a los mercenarios que financiados por Estados Unidos pretendían aplastar un proyecto de país que ya era irreversible.