Por Maria Josefina Arce

La COVID 19 ha traído nuevamente a colación un viejo problema: el acceso a los medicamentos. Históricamente las naciones en vías de desarrollo han enfrentado serios obstáculos para la adquisición de los fármacos necesarios para el tratamiento de diversas enfermedades.

Los altos precios impuestos por las grandes farmacéuticas, mas interesadas en sus jugosas ganancias que en la vida de las personas, han sido siempre un obstáculo insalvable para muchos. Millones de personas en el mundo mueren anualmente por esa actitud insensible y egoísta.

El mundo ha sido testigo de este panorama con la crisis creada por el VIH-SIDA. Las naciones más pobres no podían garantizar a los enfermos el tratamiento adecuado y por tanto, elevar la expectativa y calidad de sus vidas.

De acuerdo con los especialistas, el SIDA se ha convertido en una dolencia crónica. Cada año se cobra la vida de más de un millón de personas, muchas de ellas de los países menos desarrollados, fundamentalmente de África, donde la enfermedad ha hecho estragos y los antirretrovirales no han estado al acceso de todos.

Ahora la COVID 19 también ha puesto de manifiesto actitudes egoístas, nada acordes con la solidaridad y cooperación que necesita el mundo para hacer frente a la  enfermedad causada por el nuevo coronavirus, que ya se ha cobrado demasiadas vidas.

La existencia de sanciones como el bloqueo norteamericano contra Cuba y otras medidas contra  naciones como Venezuela e Irán dificultan la respuesta a la COVID 19, pues obstaculiza la compra de los equipos médicos necesarios o la llegada de donaciones.

Además increíblemente se han dado casos de confiscaciones, usura e incluso hurto por algunas naciones de los medios de protección solicitados o adquiridos por otras, en detrimento de sus derechos.

De ahí que en los últimos días la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución para garantizar el acceso equitativo a medicamentos, vacunas y equipamiento, especialmente en los estados en desarrollo.

Durante los debates África manifestó su preocupación por la carencia de suministros en las naciones del continente, que cuenta con frágiles sistemas de salud, tras siglos de explotación y saqueo de sus recursos por las naciones más ricas.

En tiempos de pandemia el mundo necesita actitudes responsables y solidarias, pues está en juego la vida de todos.