Por: Roberto Morejón
Defensor a ultranza del nuevo orden económico internacional, el líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro atribuyó a los trabajadores, y a los sindicatos, un papel determinante en la lucha por alcanzar ese objetivo.
Cuando se aproxima una fecha cumbre del proletariado mundial, el primero de mayo, muchos analistas evocan atinadamente ideas del autor del conmovedor alegato “La Historia me absolverá”.
Desde que era un joven abogado tuvo presente a todos los desposeídos y en especial a los trabajadores, a quienes siempre recomendó la educación económica.
NO por casualidad entre quienes lo acompañaron al asalto al Cuartel Moncada en mil 953 figuraba una diversa expresión de la clase obrera.
Muchos de ellos empeñaron o vendieron pertenencias para solventar gastos inherentes a su participación en la riesgosa tarea.
Años antes, cuando lo sorprendió el “Bogotazo” en la capital de Colombia, Fidel Castro se refirió al aporte crucial de los trabajadores latinoamericanos para abortar sucesos como los ocurridos en esa geografía.
Mucho después de aquel acontecimiento, en pleno desarrollo de la Revolución en Cuba, el jefe de los expedicionarios del yate Granma sostuvo numerosos encuentros con sectores sociales, sindicales, políticos y de otras extracciones, para defender lo impracticable del pago de la deuda externa.
Eran los años 80 del siglo pasado cuando obreros, sindicatos y colaboradores reclamaban a los gobiernos frenar la erogación de cuantiosos recursos que debían destinarse al aumento del bienestar de la población.
Una parte importante de las ideas del fecundo pensador y activo revolucionario sirvió a quienes en el subcontinente rebatieron el ALCA, Área de Libre Comercio de las Américas, proyectado por Estados Unidos para uncir la región a sus proyectos.
Para el artífice de las misiones cubanas de salud en el exterior, en cualquier transformación democrática y popular los sindicatos, y por supuesto los trabajadores, deben recibir protagonismo.
Esa visión tiene total actualidad cuando en muchos países latinoamericanos han protestado contra los programas neoliberales que recortan presupuestos del Estado, suprimen empleos y debilitan sistemas de salud.
Cuando en Argentina hoy exponen con toda razón la complejidad reinante para pagar la deuda abultada heredada del gobierno neoliberal de Mauricio Macri, es oportuno rememorar las enseñanzas de Fidel Castro sobre cómo ese compromiso crea ataduras a los pueblos muy difíciles de soltar.