Por: Guillermo Alvarado
Al amparo de la pandemia de Covid-19 el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aprovechó para hacer lo que siempre fue su sueño, cerrar las puertas del país a los migrantes que en situación legal tratan de arribar a ese territorio en busca de un trabajo.
El pretexto esgrimido por el magnate es ruin. Dijo que lo hace para proteger los empleos de los estadounidenses en tiempos de crisis sanitaria, lo que suena más a campaña electoral porque se sabe que los inmigrantes van a la potencia norteña a ejecutar tareas que los locales se niegan a hacer.
La medida, con una eventual duración de 60 días, afecta principalmente el otorgamiento de las llamadas “tarjetas verdes”, green cards, en inglés, que conceden automáticamente permiso para trabajar y la residencia.
Trump pretendía hacerla general, pero tuvo que ceder ante el sector empresarial y dejar abiertas las visas de empleos temporales, que es una abundante fuente de mano de obra barata para importantes sectores, como los servicios y la agricultura.
Analistas y políticos opinan que el anuncio del presidente tiene como objetivo desviar la atención pública, justamente cuando crecen las críticas por su pésima gestión de la pandemia.
El diputado del partido Demócrata por Texas, Joaquín Castro, dijo que se trata de una maniobra autoritaria para aprovechar una crisis y llevar adelante la agenda migratoria de la Casa Blanca.
Más duro y contundente fue Robert Weissman, presidente de Public Citizen, quien manifestó que "el coronavirus continúa propagándose en Estados Unidos no por la inmigración sino por el narcisismo, imbecilidad, falta de interés y corrupción de Donald Trump".
Madeline Zavodny, de la Fundación Nacional para la Política Americana, precisó que "los resultados del análisis a nivel estatal indican que la inmigración no aumenta el desempleo de los nativos de Estados Unidos, ni reduce su participación en la fuerza laboral".
Lo cierto es que la administración Trump viene disminuyendo hace tiempo los permisos de trabajo y residencia para extranjeros y aplica medidas inhumanas contra quienes pretenden cruzar la frontera sin documentos.
De hecho, ante el hundimiento de la economía y la pérdida de más de 22 millones de empleos debido a la Covid-19, la guerra sin cuartel contra los migrantes es casi el único argumento que le queda para tratar de reelegirse en noviembre próximo. Se trata, ni más ni menos, de la clásica patada de ahogado.