Por: Guillermo Alvarado
En medio de algunas voces imprudentes que aún tratan de minimizar el peligro de la pandemia de la Covid-19, esta enfermedad sigue su curso y cruzó ya la barrera de tres millones de infectados y provocó la muerte a más de 211 mil personas en todo el mundo.
La situación más crítica se mantiene en Estados Unidos, con prácticamente un millón de casos, es decir la tercera parte del planeta, y 56 mil fallecidos, cifra muy próxima a las 58 220 bajas sufridas durante la guerra de agresión contra Vietnam, que duró de 1955 a 1975.
Se trata de un desastre sanitario provocado por la paralización inicial del gobierno y una serie de medidas poco adecuadas. El presidente de ese país, Donald Trump, se pasó semanas preciosas desestimando los riesgos y en la cúspide de su ignorancia llegó a recomendar inyecciones de cloro para combatir el virus.
Obsesionado por la economía y sus ansias de reelección, Trump mantiene la primera quincena de mayo como eventual fecha para reabrir la economía, como también lo planifican sus homólogos de Francia y España, una apuesta de dudoso beneficio porque el SARS-CoV-2 todavía circula activamente en esos países.
Así lo advirtió hace unos días el director general de la Organización Mundial de la Salud, OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien dijo que aún queda mucho trabajo por hacer pues la pandemia está lejos de terminar.
El funcionario aseguró estar muy preocupado por el aumento de las tendencias de relajación en Europa Occidental, África y América Latina.
También pidió que con la presencia de la Covid-19 no se abandonen los programas de vacunación, porque eso podría dar lugar a nuevos brotes de enfermedades potencialmente mortales, entre ellas el sarampión.
A las voces de alerta se sumó la del primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, curado de espantos en carne propia cuando debió ingresar a una sala de terapia intensiva tras resultar infectado.
El jefe de gobierno británico también ignoró las señales de alarma iniciales, hasta que la enfermedad lo atacó a él mismo. Tras reiniciar sus labores al frente de la administración llamó a sus conciudadanos a controlar la impaciencia y cumplir las medidas de restricción para evitar la transmisión del virus.
Son momentos definitorios para el mundo y quizás sea conveniente repetir una y otra vez aquel mensaje muy difundido por internet: la sociedad que se preocupa más por la economía que por la salud de las personas, no necesita ningún virus… ya está enferma.