Por María Josefina Arce
A inicios del pasado año el entonces presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó se declaraba ilegalmente jefe de estado de Venezuela y poco después, protagonizaba un intento de golpe de estado contra el constitucional gobierno de Nicolás Maduro. Se abría así un nuevo capítulo de las agresiones contra la nación sudamericana.
Una hostilidad que ha estado encabezada por Estados Unidos y secundada por algunos de los serviles gobiernos de derecha de América Latina como Colombia, que sirvió de escenario de un supuesto concierto de ayuda humanitaria para el pueblo venezolano, y cuya recaudación como era de esperar fue a los bolsillos de los preocupados organizadores.
Han sido más de doce meses de constantes acciones agresivas contra la Revolución Bolivariana y que ahora en tiempos de pandemia se han intensificado, a pesar de los reiterados llamados de organismos y la comunidad internacional de que se pongan fin a las sanciones contra ese país, pues dificulta su respuesta a la COVID 19.
Ahora en las últimas horas una incursión marítima de elementos paramilitares procedentes de Colombia se suma a sanciones genocidas, buques en la zona que impiden la llegada de alimentos e insumos e incluso infundadas acusaciones lanzadas por Washington contra Maduro sobre supuestos vínculos con el narcotráfico.
Las autoridades venezolanas precisaron que un grupo terrorista intentó ingresar al territorio nacional por las costas del estado La Guaira, lugar de nacimiento precisamente de Guaidó, con el fin de realizar acciones violentas, asesinar a líderes del gobierno y generar caos y confusión.
Las fuerzas armadas bolivarianas lograron abortar la operación terrorista. Varios de los implicados, que llegaron en lanchas rápidas, fueron abatidos y otros detenidos, al tiempo que se incautaron fusiles de asalto.
De acuerdo con la información ofrecida por las autoridades, parte del armamento incautado pertenecía al parque de armas del Palacio Federal Legislativo.
El gobierno de Caracas informó que se realiza una exhaustiva investigación, y un rastreo minucioso por tierra, mar y aire para frustrar cualquier amenaza contra la paz y estabilidad de la nación, inmersa también en el enfrentamiento a la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
Venezuela se ha declarado en estado de alerta y resistencia permanente ante las constantes acciones hostiles de Estados Unidos y sus aliados de la región, que aún con la compleja situación que vive el continente por la COVID 19 persisten en sus intentos de un nuevo golpe de estado en la nación sudamericana cuando deberían enfocar sus esfuerzos en salvaguardar la salud de sus ciudadanos.