Por: Guillermo Alvarado

Estados Unidos rebasó ya la cifra de 70 mil fallecidos por la Covid-19, algo que nadie podría haber imaginado apenas hace un mes por tratarse de la principal potencia económica y militar del mundo, con cuantiosos recursos para evitar un desastre de esta magnitud.

Se trata de una cantidad muy superior a las 58 mil 159 bajas y los mil 700 desaparecidos ocurridos durante la guerra de Vietnam, en la que Washington comenzó a involucrarse entre 1955 y 1960, antes de declarar oficialmente las hostilidades en 1964, durante la presidencia de Lydon B. Johnson.

El conflicto finalizó en 1975, ya bajo la administración de Gerald Ford, quien sustituyó al renunciante Richard Nixon.

Significa esto que la Covid-19 cobró en dos meses y medio más vidas que la guerra de Vietnam, que antes de Afganistán era la más prolongada librada por Estados Unidos en toda su historia. Francamente un registro nefasto muy difícil de repetir.

Como dice el periodista David Brooks, corresponsal del diario La  Jornada en Nueva York, “las dimensiones de esta catástrofe no se pueden atribuir a "fuerzas mayores" o "divinas", sino al manejo inepto, irresponsable y francamente criminal de los encargados de gobernar este país”.

Trump nunca supo dónde estaba parado respecto a esta enfermedad. En las primeras semanas aseguró que todo estaba bajo control, cuando nada estaba bajo control; luego dijo que de pronto, un día, como por un milagro, el virus desaparecería y todo sería igual.

Su último dislate fue aconsejar que se tomen o inyecten desinfectantes industriales para matar el virus. Lo más terrible es que hubo gente que le hizo caso, lo que solo puede ser indicio de una gran ignorancia o una absoluta desesperación, o las dos cosas.

Ya entre la comunidad internacional había suficiente constancia de que Trump es un grave peligro para la estabilidad de las relaciones entre los pueblos y los países, incluso para sus servidores más fieles, porque socios y amigos no tiene, ni le interesan.

Ahora resulta que es también una amenaza para sus conciudadanos, hasta para los que votaron por él, que deberían reconsiderar ese error y enmendarlo para la próxima ocasión.

Donald Trump dijo que se proponía hacer grande de nuevo a Estados Unidos y una parte de ese país lo aplaudió.

Es hora, quizás, de preguntarnos, ¿grande como qué? ¿Cómo un gran cementerio?