Por: Osvaldo Rodríguez Martínez
Una supuesta organización de expresidentes de Iberoamérica, bajo la sigla IDEA, intenta competir con los campeones de los tristemente célebres disparates sobre la Covid-19, el mandatario estadounidense Donald Trump y el brasileño Jair Bolsonaro.
La autodenominada Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), surgida en Panamá durante la Cumbre de las Américas de 2015, tuvo su veranillo en los constantes ataques al legítimo gobierno bolivariano de Venezuela y apenas ya se escucha de ellos.
Ahora resurge con un panfleto 'a propósito de la pandemia Covid-19 que afecta a la Humanidad', pero en vez de analizar los graves focos del orbe en varios países ricos de Europa, incluida España, o el traslado del epicentro mundial a Estados Unidos, Canadá, Brasil, Ecuador y Perú, increíblemente centran su atención en Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Resulta que tuvieron la peregrina idea de expresar 'preocupación y alarma' por lo que consideran ausencia de información transparente sobre la pandemia en la región, pero solo mencionaron a Cuba, Nicaragua y Venezuela, por lo que suponen 'el riesgo de pérdida de vidas' en sus poblaciones.
La expresión que viene a la mente es preguntarse: ¿en qué Planeta viven la veintena de expresidentes firmantes de tan insólita declaración?, y a la vez imaginar que políticos que ocuparon tan altos cargos en sus países, deben estar al menos medianamente informados de las dramáticas escenas en ciudades iberoamericanas.
Resulta un acto deshumanizado, en momentos como los que se vive en esta pandemia, no sentirse al menos impresionados por lo ocurrido en Nueva York, Guayaquil, Lima, Sao Paulo o Manaos, aunque la mencionada declaración los deja en el bando de los insensibles, por lo que mucho menos se les puede pedir solidaridad.
Sobre el tema se limitaron a estas líneas: 'La falta de contención de la pandemia en distintos Estados de la región aparte de los señalados, además, implica un riesgo real para sus vecinos respectivos y todo el continente'.
Estos expresidentes se inventan 'condiciones deplorables' en los centros de salud de los países blanco de sus ataques políticos y especulan sobre presuntas faltas de pruebas masivas para determinar los enfermos con el nuevo coronavirus.
Completa la complacencia de esa acción el ataque contra la asistencia médica cubana a más de una veintena de naciones, incluidas algunas de Europa, y catalogaron el gesto de 'exportación de sus médicos a otros países'.
Tal vez el único suscriptor europeo del panfleto debió antes preguntar la opinión a las poblaciones de Andorra, Italia e incluso saber que en el aeropuerto de Madrid fueron aplaudidos los antillanos por el altruismo de salvar la vida de los andorranos.
Quizás ese sea el móvil de que no mencionaran las graves situaciones en Ecuador, Brasil o Bolivia, donde hasta hace poco una legión de personal de la salud de la mayor de las Antillas se encargaba de esos barrios humildes, cuyos habitantes ahora mueren porque sus gobiernos decidieron terminar la colaboración en ese sector y abandonarlos.
En su incalificable acto, los firmantes piden 'asumir la responsabilidad que les compete' a la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los grandes ausentes en estos momentos difíciles, para que sirvan de punta de lanza contra los tres países agredidos por la fantasiosa IDEA.
Otro desliz es que, al mencionar a esas 'instituciones democráticas', se acordaron de que existe la Organización Panamericana de la Salud (OPS), a la cual también exhortan a 'adoptar las medidas de emergencia y coordinación que exige la resolución (sic) de la situación de necesidad humanitaria descrita'.
La ignorancia de estos sujetos desconoce que la Organización Mundial de la Salud y la OPS lideran, desde el inicio, el enfrentamiento a la pandemia y que es Estados Unidos quien bloquea sus acciones, mientras en el resto del continente tienen en Cuba, Nicaragua y Venezuela a fieles aliados.
Excluir los nombres de los expresidentes en este análisis lleva implícita la vergüenza ajena por quienes alguna vez recibieron el respaldo de sus electores, y a la vez evitar recordarles a esas masas, la pobreza de espíritu de los que un día condujeron los destinos de sus países.
La historia se encargará de juzgarlos.
(Tomado de Prensa Latina)