¿El hambre o la vida?

Editado por Maite González Martínez
2020-05-21 07:33:42

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Oficina de Empleo en la ciudad de Nueva York. Foto / Los Ángeles Times.

Por: Guillermo Alvarado

Entre el aluvión de noticias que genera la pandemia de Covid-19 en todo el mundo, hay una que llama la atención, quizás porque encierra una engañosa paradoja, y es el incremento de protestas en varios países contra las medidas de confinamiento o aislamiento social para frenar los contagios.

Más extraño puede parecer, incluso, que sea entre los sectores menos favorecidos donde prolifera el descontento por estas políticas. De todos es sabido que el aislamiento es el método más recomendado ante esta nueva enfermedad, altamente contagiosa, con cinco millones de enfermos y más de 370 mil fallecidos hasta ahora.

La cuarentena trajo aparejada, sin embargo, la destrucción de millones de empleos, sobre todo entre los peor pagados o con escasas garantías, así como la desaparición de los medios de vida para mil 500 millones de trabajadores del sector informal, que viven día a día con sus menguados ingresos.

La prohibición de salir de las casas significó para muchos una caída vertiginosa en la pobreza y la multiplicación del hambre y otras necesidades en su familia.

Pero esto es apenas la mitad del problema porque del otro lado están las tremendas secuelas de años de políticas neoliberales.

Los gobiernos se dedicaron a seguir la receta de “adelgazar” al Estado, despidiendo a cantidad de empleados y ajustando al mínimo los gastos públicos en materias como educación y salud, que pasaron a manos de empresas privadas bajo el espejismo de que el mercado se regula a sí mismo.

Dicho de otra manera, el bienestar de la población, las estructuras de seguridad social y la prevención salieron de la agenda oficial. Además se desmontaron las garantías laborales, con el mentiroso nombre de “flexibilización”, que dejó a los patronos libertad de hacer lo que quieran.

En estas circunstancias llegó la pandemia y encontró desarbolados todos los instrumentos que pudieran haberla contenido. Es verdad que en algunos lugares se organizaron ayudas en víveres o dinero para las familias pobres, pero fueron escasas, mal planificadas, poco organizadas y peor ejecutadas.

Encerrados, sin trabajo, sin salario, sin comida y sin futuro, a millones de personas no les quedó otro recurso que jugarse el todo por el todo y exigir que se les permita salir a ganarse la vida y la de sus familias.

Así lo resumió magistralmente hace un par de días un manifestante chileno, de los que fueron violentamente reprimidos por la policía, cuando dijo que la protesta no es contra la cuarentena, es contra el hambre.

A propósito, ¿sabían ustedes que entre los empleados mejor pagados, solo perdieron su puesto menos de 1,5 por ciento? A buen entendedor…



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