Por: Roberto Morejón
La errática conducta de la administración estadounidense ante
De acuerdo con la narrativa de la industria fílmica local, las fuerzas armadas son invencibles y están prestas a cumplir misiones en cualquier latitud, lo que el mundo conoce como invasiones o guerras.
Ese sello repetido hasta el cansancio ahora está amenazado por el azote de la pandemia en el cuerpo militar estadounidense.
La primera alarma pública llegó desde el portaviones nuclear USS Theodore Roosevelt, cuyo comandante denunció en carta pública que le costó el puesto que
El alto oficial denunció un brote de
Desde aquel fulminante despido hasta hoy aumentaron los casos diagnosticados en todas las fuerzas armadas hasta casi 6 mil efectivos, con 2 muertos.
No por casualidad los estrategas apelan a los últimos artilugios para evitar más infecciones.
Ordenaron usar sensores infrarrojos a una distancia de más de dos metros para medir la temperatura de visitantes a sus bases militares.
Las oficinas de reclutamiento reportaron morosidad entre los voluntarios a inscribirse en la institución armada porque, afirman, la gente está demasiado ocupada por sus propios problemas de salud y financieros.
Así es. Estados Unidos sobrepasó los 100 mil muertos y el millón 695 mil de casos confirmados, en medio de una crisis que obligó a 39 millones de personas a solicitar seguro por desempleo.
En esa lúgubre noticia el presidente Donald Trump se escudó para presionar a la reapertura de empresas.
En su pretensión de llegar a las elecciones de noviembre con un cuadro económico benigno, el gobernante desoyó consejos sobre manejar el desconfinamiento con prudencia.
El aludido parece absorto en el trazado de estrategias para sus partidos de golf, en evitar que la prensa lo vea con mascarilla y en la invención de calumnias contra China sobre el origen de la pandemia.
Sin embargo, insiste en tildar de “inexpugnables” a los efectivos armados, quienes demoraron su entrenamiento a causa de una crisis sanitaria que