Almagro, ¿víctima o victimario?

Editado por Maite González Martínez
2020-06-19 07:55:17

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Imagen ilustrativa, foto Cubadebate.

 

Por: Roberto Morejón

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, asumió posturas no usuales al presentarse como víctima de lo que él califica de campañas para cuestionar el papel de la organización hemisférica en la imposición de la idea de un fraude electoral en Bolivia, en octubre de 2019.

El político uruguayo acostumbra a manifestarse desafiante mientras interpreta el libreto encargado por  Estados Unidos.

Su monserga frenética está enfilada  contra los mismos de siempre, Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Por esa razón resulta sospechoso el aparente “viraje” del reelecto secretario general, impuesto para otro mandato por las presiones de Estados Unidos.

El hombre de Washington en la  cúpula de la OEA la emprendió, incómodo y preocupado, contra el diario The New York Times y otras fuentes.

Las publicaciones negaron la existencia de un fraude electoral en Bolivia en 2019 a favor del entonces presidente Evo Morales.

The New York Times encargó una investigación y los autores sugirieron que la OEA tuvo un desempeño “defectuoso” en los comicios del país sudamericano, al que acudió como  observador.

El diario alegó que se valió de datos reveladores de las autoridades electorales bolivianas.

La indagación mediática arroja nueva certidumbre sobre la intencionada intrusión de la OEA en la porfía electoral en Bolivia, con  repercusiones funestas.

Con su controvertido informe  tajantemente rechazado por el gobierno boliviano, la OEA puso en bandeja de plata el pretexto deseado por la extrema derecha y el sector militar, envueltos en el golpe de estado contra Evo Morales.

La OEA es un participante o cuando menos cómplice del desalojo de un primer mandatario electo en las urnas, lo que constituye un escarnio según la liturgia de las pregonadas democracias occidentales.

Bolivia se sumió en el caos, y las fuerzas de seguridad con el sustento del ejército reprimieron a los ciudadanos.

La OEA y Almagro ensalzaron a la autoproclamada presidenta de Bolivia, Jeanine Áñez, quien con una gestión ruinosa truncó el florecimiento económico nacional y aplicó una errática estrategia frente a la pandemia por el nuevo coronavirus.

Almagro debería lamentar los muertos aparecidos en las calles de Cochabamba a causa de la COVID-19, en lugar de defenderse del emplazamiento de The New York Times, cuyo dictamen es compartido por amplios sectores de la comunidad internacional.

Nuevamente la OEA queda al desnudo en sus asociaciones con las peores causas.



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