Por: Roberto Morejón
Considerar a otro país susceptible de ponerse en venta revela una concepción colonialista, ética y políticamente vergonzosa de quien llega a imaginar tal eventualidad.
Al parecer, el presidente estadounidense, Donald Trump, consideró vender a Puerto Rico, Estado Libre Asociado, un eufemismo de la atadura colonial.
De acuerdo con la revelación de una ex funcionaria de Trump a The New York Times, el gobernante manejó esa alternativa e incluso cambiarlo por Groenlandia, como quien aborda un asunto de negocios.
El magnate inmobiliario NO hizo consideraciones éticas y jurídicas, políticas y sociales, y menos lamentó la catástrofe humanitaria padecida entonces por Puerto Rico.
Por el paso del huracán María en 2017, la isla quedó arrasada, sin luz, con 2 mil 982 fallecidos y daños económicos por 90 mil millones de dólares.
Sin embargo, el dolor humano y la ruina material NO hicieron mella en el inquilino de la Casa Blanca , de quien esperaban el envío urgente de ayuda humanitaria.
Peor aún, cuando brevemente visitó el territorio caribeño en octubre de 2017 para acallar las críticas por NO atender las tribulaciones de los puertorriqueños, el narcisista gobernante protagonizó un bochornoso episodio.
El aludido lanzó rollos de papel sanitario y latas de conservas a los urgidos nacionales, en medio de la indignación de los lugareños por la humillación.
Todos los desaciertos del primer mandatario estadounidense ponen de relieve su escabrosa relación con la tierra de Betances.
Además de hablar en genérico de los funcionarios puertorriqueños como corruptos ante el envío de lo que él llamó “millonaria” ayuda a San Juan, Trump ha sido ríspido con la alcaldesa citadina Carmen Yulín Cruz, quien ha solicitado respeto para Puerto Rico.
En opinión de muchos puertorriqueños, fatigados por huracanes, terremotos y una deuda pública abultada, las autoridades locales deberían responderle enérgicamente a Trump por sus agravios.
Los indignados ciudadanos recuerdan que el señor Presidente afirma que Puerto Rico nunca tuvo una "catástrofe real" y por ello retuvo ayuda adicional a la isla.
Gracias a la entrevista publicada en The New York Times, los puertorriqueños tienen más precisiones sobre cómo los ven desde la Casa Blanca.
Simplemente los juzgan como una “carga” económica para el presupuesto de la potencia del Norte.