Por: Roberto

Varias disposiciones se insertan en la nueva estrategia económica en marcha gradualmente en Cuba, aunque algunas atrajeron más atención, en un contexto difícil por el recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos.

El mundo afronta una debacle económica por la COVID-19, y la mayor de las Antillas no pudo eludirla a pesar de controlar la enfermedad.

Precisamente, los grandes recursos dedicados a sostener el sistema gratuito de salud presionaron las arcas del Estado.

Esas reservas estaban tirantes por la persecución obsesiva de Estados Unidos, atento a si La Habana negocia créditos, hace transacciones en bancos de terceros países o adquiere combustible, para truncar la negociación.

En ese tejido hostil, el gobierno aplica cambios, sin renunciar al socialismo, apela a potencialidades internas y promueve la producción de alimentos.

Ante el deficitario surtido de establecimientos comerciales y en busca de moneda libremente convertible para estimular planes internos, las autoridades destinaron 72 tiendas de las 4 mil 800 existentes a la venta en divisas.

Si bien es cierto a esos mercados no acude toda la población por carecer de esa moneda, las ventas recaudadas ayudarán a obtener los productos imprescindibles para abastecer las tiendas tradicionales, donde visitan los ciudadanos con efectivo nacional.

La ampliación del uso de divisas en Cuba incluye la apertura de cuentas bancarias en dólares, operadas mediante tarjetas magnéticas para concurrir a las tiendas con las nuevas funciones.

Igualmente abarca la supresión del gravamen por cada dólar estadounidense recibido por una persona.

Por esa vía junto a otras iniciativas como la implementación de normativas monetarias, financieras, de importación y exportación, gestión de propiedad, fomento de la industria nacional y más facilidades para la actividad NO estatal, Cuba intenta acelerar decisiones aprobadas, hoy sin ejecutar.

Entre ellas destacan acuerdos pendientes de los últimos congresos del Partido Comunista, orientados a cambiar todo lo susceptible de transformarse.

El proceso transitará sin abandonar la economía planificada centralmente, aunque con amplias facilidades a modalidades autónomas y cooperativas, junto al énfasis en las inversiones extranjeras. 

Todo un andamiaje que atendió criterios de académicos e inquietudes de la población, ocupados en trabajar por el bienestar común.