Por María Josefina Arce.
La llegada en 2018 a la presidencia de Colombia de Iván Duque trajo un agravamiento de las tensiones con Venezuela por las constantes agresiones de todo tipo contra el gobierno constitucional de Nicolás Maduro.
Desde ese momento las autoridades colombianas le han seguido el juego a Estados Unidos en su política hostil hacia el pueblo venezolano, al que en medio de la COVID 19 somete a un bloqueo para impedirle la adquisición de medicinas y alimentos.
El presidente Iván Duque ha prestado el territorio de su país para acciones desestabilizadoras contra la vecina nación.
La reciente operación Gedeón no admite dudas al respecto. A la agresión, que tenía entre sus objetivos el asesinato de Maduro, estuvo vinculado Juan Guaidó, quien con el beneplácito de Washington se autoproclamó presidente encargado y que ha sido reconocido como tal por Bogotá.
Otro de los fines de la operación, coordinada desde Colombia por la Oficina estadounidense de Administración y Control de drogas, era apoderarse del petróleo, oro y demás recursos naturales de Venezuela.
Ahora en una nueva escalada, el Consulado venezolano en la capital colombiana fue allanado y saqueado.
Un comunicado de la Cancillería denunció que el gobierno de Duque incurre en flagrante violación de los artículos 22 y 25 de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas, al permitir por acción y omisión la ocupación ilegal del inmueble.
Caracas responsabilizó a Bogotá por la pérdida o violación de los bienes, archivos y documentos del consulado, que quedó sin la debida protección, la cual debe ser garantizada aun cuando se rompan de modo definitivo o temporal las relaciones diplomáticas.
Ambas naciones carecen de vínculos de este tipo desde febrero del pasado año, luego de que el presidente Maduro rompiera los nexos tras varias acciones intervencionistas desde el vecino país.
La realidad es que en todo momento Colombia ha buscado crear un falso positivo para generar un conflicto armado con Venezuela, siguiendo los pasos de Estados Unidos que intenta allanar el camino para una intervención militar.
Numerosas voces de la sociedad colombiana también se alzaron para condenar la nueva agresión, que evidencia una vez más el servilismo de Duque a Washington y su completo apoyo a los planes estadounidenses de derrocar a la incómoda revolución Bolivariana y echar por tierra todo lo alcanzado en materia social por Venezuela.