Por: Roberto Morejón
En su exasperado afán de reelegirse en las urnas, el presidente estadounidense, Donald Trump, indujo a su equipo de campaña a crear spots en los que aluden tendenciosamente a líderes y países latinoamericanos, incluyendo Cuba.
El Primer Mandatario está preocupado porque sus bases, muchas de ellas con ideas de supremacías blancas, lo instan a dar un salto espectacular, ante encuestas adversas.
Con ese apremio y el cuestionamiento por su errática gestión frente al nuevo coronavirus y las manifestaciones raciales, los allegados de Trump lanzaron dos spots publicitarios.
En ellos retoman la absurda presunción del magnate de que los demócratas representan la izquierda radical.
Mediante textos e imágenes brevísimos los fabricantes de los extravagantes mensajes dirigen en uno de sus comerciales críticas a lo que llaman extremismo de izquierda, y lo asocian a perfiles de dirigentes progresistas de Nuestra América.
El video es narrado en español por una reconocida actriz cubana emigrada a
La postura de la intérprete, quien hace publicidad para una firma de cirugías estéticas, le allanó el camino a participar en el show mediático de Trump, cobro mediante.
El audiovisual está destinado a obtener el apoyo de los votantes cubano americanos y recurre al espejismo de calificar de socialista extremo al virtual candidato demócrata, Joseph Biden.
En otro video, la campaña de Trump compara a Biden con figuras de la izquierda latinoamericana y caribeña.
De manera que los seguidores de Trump recurren a resortes manidos, propios de la guerra mediática, y estereotipos diseñados por corporaciones occidentales de prensa.
Actúan así a fin de justificar acciones genocidas como el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba y las sanciones y robos del patrimonio de Venezuela.
Los spots lanzados tratan de concertar maniáticamente calumnias y tergiversaciones, en aras de demonizar a Biden y apuntalar a Trump de cara a las elecciones.
Lo hacen a pesar de que el magnate hace gala de inconsistencias, ignorancias, fracasos, pifias geográficas y políticas y de un delictivo arsenal de sanciones contra casi treinta países.
Nuevamente el engaño y la confusión, el manejo arbitrario de resortes emocionales y lugares comunes figuran como herramientas para desdibujar la realidad.
