Por Maria Josefina Arce
La COVID 19 sorprendió a Honduras con un debilitado sistema de salud. Hoy la nación centroamericana ha visto como se multiplica el número de contagiados y fallecidos.
Los expertos habían alertado que el país no contaba con la infraestructura hospitalaria para hacer frente a la pandemia por años de abandono.
Instituciones sanitarias colapsadas por la falta de capacidad para atender a los enfermos, de personal médico e insumos es la realidad de hoy en territorio hondureño.
Muchos enfermos han tenido que esperar en colchonetas sobre el suelo al aire libre o en carpas improvisadas, a merced de las inclemencias del tiempo.
La poca inversión estatal en salud y la gran inequidad existente en Honduras han quedado expuestas por la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
A esto se suma la falta de una estrategia definida de las autoridades para hacer frente a la dolencia y la apertura de las actividades económicas en junio pasado cuando la curva de contagios comenzaba a despuntar.
La crisis sanitaria que enfrenta el país ha estado también matizada por la corrupción. Polémica fue la compra de siete hospitales móviles por una empresa autorizada por el gobierno.
Según se conoció, los 50 millones de dólares desembolsados, una cifra superior al verdadero costo, fueron a parar a empresas e intermediarios fantasmas.
El personal sanitario duda por demás, de la veracidad de las cifras de contagiados y fallecidos que se informa, pues no se llevan a cabo las pruebas de diagnóstico requeridas y muchas han permanecido semanas sin ser analizadas.
Honduras vive el azote de la COVID 19, que amenaza con proseguir su avance por la nación centroamericana, ante la ineficacia del gobierno y la ausencia durante años de una política a favor de los sectores más pobres de la sociedad.