Por: Roberto Morejón
En efecto, como derivación de la crisis sanitaria cayeron la producción, los servicios y el comercio, para conducir a una contracción sin precedentes, dicen expertos.
Los estudiosos escudriñan las aristas del problema, entre ellas las graves distorsiones en la oferta, demanda y en los mercados financieros.
Para calzar las apreciaciones desoladoras surgen evidencias de que 93 por ciento de los países están en recesión por la pandemia.
Reportes de organismos internacionales como Naciones Unidas o el Banco Mundial complementan las formulaciones sombrías de los economistas por separado.
Aseguran las entidades que por primera vez desde mil 870 el planeta enfrenta a tantas naciones en caída simultáneamente.
Ciertamente, el impacto súbito y generalizado del coronavirus y la suspensión de las actividades ocasionaron un drástico espasmo de la economía internacional, que, según el Banco Mundial, se reducirá 5,2 por ciento este año.
Las consecuencias son insondables en los países más agobiados por el virus y los dependientes del comercio internacional, el turismo, las exportaciones de productos básicos y el financiamiento externo.
No es de extrañar entonces que la tasa de desocupación en el segundo trimestre alcanzara dos dígitos en 11 de las 43 naciones más castigadas.
La Organización Internacional del Trabajo aprecia que en el período citado el número de horas dejadas de laborar ante el empuje de la enfermedad equivalió a la pérdida de 305 millones de empleos.
Dada la magnitud de los perjuicios, la prioridad es abordar la emergencia universal desde sus flancos sanitario y económico, estrechamente ligados.
Y los gobernantes deben actuar con rigor. Varios de ellos han dejado estupefactos a sus compatriotas al minimizar osadamente la peligrosidad de la letal pandemia.
En gesto de total ineptitud, ellos se presentan en público sin los medios de protección aconsejados por la Organización Mundial de la Salud.
La vida está primero y si se salvan más personas, entre todos será posible a mediano plazo lograr una recuperación lo más sólida posible e impedir que más personas caigan en la pobreza y el desempleo.