En las últimas dos semanas más de 30 jóvenes han sido asesinados en diversas regiones del país. Foto: El País.
Por: María Josefina Arce
Colombia no logra escapar de la violencia. En las últimas dos semanas más de 30 jóvenes han sido asesinados en diversas regiones del país, en las que operan grupos paramilitares al servicio de bandas de narcotraficantes.
En el papel quedó el acuerdo de paz suscrito en 2016, tras años de intensas negociaciones y que buscaba poner fin a más de cinco décadas de conflicto armado, el más largo del continente.
La otrora guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, FARC-EP, cumplió con lo pactado e hizo dejación de las armas y se incorporó a la vida política de la nación.
Pero el gobierno no ha cumplido de la misma forma, y no ha hecho nada por poner fin a la espiral de violencia, que ahora parece tener su objetivo entre los más jóvenes.
De hecho el presidente Iván Duque ha minimizado las masacres que prefiere calificar como " homicidios colectivos", y ha anunciado la formación de una Unidad Especial.
Al respecto Sergio Marín, diputado por el Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, sucesora de las FARC-EP, recordó que en el acuerdo de paz hay una ruta trazada para desarticular grupos paramilitares, bandas criminales y poner fin a las masacres.
Los asesinatos se registran en zonas olvidadas, en las que el estado no se ha hecho presente e ignorando el acuerdo de paz, no invierte para luchar contra la desigualdad social existente.
Son áreas en las que, denuncian organizaciones de derechos humanos, se libra una guerra por el control del narcotráfico, la minería ilegal y el contrabando de ganado, y en las que la población en su mayoría vive en la pobreza.
La Defensoría del Pueblo señaló que el gobierno debe abandonar la apatía y redoblar esfuerzos para detener este accionar criminal. "Nuestros niños, niñas y adolescentes, enfatizó, necesitan garantías de que exista un futuro lleno de oportunidades."
Colombia clama por la paz, pero real y efectiva. En distintas ciudades del país el silencio de la noche se quebró este fin de semana por el sonido de las cacerolas, en una protesta en contra de la indiferencia del gobierno de Duque y en reclamo de respeto por la vida.