Por: Roberto Morejón
Una feroz campaña anticubana ejecutan en portales pagados desde Miami y redes sociales algunos individuos y grupos, aprovechando insuficiencias y aciertos, para brindar una imagen de ruina y desconcierto sobre la mayor de las Antillas.
Si bien magnifican o tergiversan las carencias materiales, errores o soluciones parciales, también restan importancia, cuestionan o desmienten conquistas.
Entre esas últimas resaltan las pretensiones de poner en tela de juicio avances de Cuba contra la pandemia por la COVID-19 , y así ocultar que el país está lejos de presentar altos índices de incidencia y fallecidos.
Una alternativa recurrente en los últimos tiempos de los adversarios de la Revolución a través de los medios virtuales es la de crear perfiles falsos.
El presidente del Tribunal Supremo Popular de Cuba, Rubén Remigio Ferro, denunció las tentativas de parodiar la entidad, por quienes carecen de escrúpulos y llegan a utilizar ----dijo--- los métodos más sucios y abyectos.
No se trata del único esbozo de valerse de las redes sociales y plataformas agresivas, pues también son visibles las promotoras de racismo y violencia de género o las que desnaturalizan el respeto a los derechos humanos y a la libertad religiosa.
Una particular arista de las embestidas se concentra en poner en entredicho la actuación de los agentes del orden, quienes asumieron un papel decisivo en tiempos de pandemia y crisis económica, agravada por el bloqueo estadounidense.
Desde esos entramados supuestamente democráticos jamás emitirán una repulsa al ensañamiento de la administración estadounidense contra las principales fuentes de ingreso financiero de la nación caribeña.
Ninguno de los ejemplos citados y otros más sobre mensajes perniciosos tienen relación con la acertada función de las redes sociales.
Ellas son útiles mientras contribuyan a contactar amigos y familias, subir imágenes de la cotidianidad, multiplicar conocimientos y emitir opiniones, con respeto a las buenas costumbres.
El propósito de robar información a los usuarios o falsearlos para endosar mensajes sediciosos, conspirativos y proclives a desequilibrar mentes, autoridades y países, debe ser rechazado.
Engañar a través de la impostura en el éter como parte de una campaña de descrédito pagada por poderosos se ha convertido en una tendencia, ante la cual los cubanos estarán alertas.