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Por: María Josefina Arce

La COVID 19 ha sido y es un enorme desafío para Cuba, que a pesar de contar con un consolidado sistema de salud debe sortear incontables obstáculos para adquirir los insumos y el equipamiento médico necesario para enfrentar la pandemia.

Con una economía mundial paralizada por la enfermedad causada por el nuevo coronavirus y un criminal bloqueo de Estados Unidos, la Mayor de las Antillas debe crecerse para garantizar una adecuada atención a todos sus ciudadanos y evitar además, la propagación de la dolencia.

Notable ha sido el esfuerzo desplegado por las autoridades en estos seis meses y que se ha materializado en el acondicionamiento de más laboratorios de biología molecular para analizar un mayor número de pruebas de diagnóstico.

El país ha ido incrementando la cifra de estos exámenes, que quizás muchos olvidan tiene un alto costo y que para nosotros aumenta por el cerco norteamericano, recrudecido en tiempos de pandemia.

Es conocido que en otras naciones el precio de una prueba de PCR puede ser de más de cien dólares, pero en nuestro país se realizan de manera gratuita.

El esfuerzo económico ha sido inmenso. Solo para que se tenga una idea: los exámenes de este tipo efectuados hasta julio pasado en La Habana, con un escenario de mayor complejidad, costaron al estado tres millones de pesos.

Y ya la nación caribeña se acerca a las 600 MIL  pruebas realizadas. El número se ha ido incrementando hasta superar las ocho MIL diarias.

Pero además, se conoció que aunque se ha logrado un mayor control de los focos de la COVID 19 en la capital, se realizarán a partir de ahora en ese territorio dos MIL exámenes diarios para garantizar un mejor estudio epidemiológico.

Todo esto en un escenario adverso, en medio de una difícil situación económica, agravada por el bloqueo de Estados Unidos, que aún con una emergencia sanitaria mundial persigue donaciones y ayuda de todo tipo.

Se vuelve a poner de manifiesto la voluntad política del estado cubano de salvar vidas al costo que sea necesario.