Costarricenses protestan en las calles. Foto: los marginados-blogger
Por Roberto Morejón/RHC
Nuevamente la posibilidad de que un gobierno firme un condicionado tratado con el Fondo Monetario Internacional levanta la ira de los ciudadanos, como ocurre en Costa Rica, presentada siempre como el símbolo de la estabilidad.
Miles de costarricenses manifestaron en las calles y bloquearon vías en rechazo al eventual compromiso del gobierno del presidente Carlos Alvarado con el Fondo Monetario.
Si bien ante el fragor de las demostraciones públicas el Jefe de Estado dijo desistir de su empeño, los manifestantes continuaron en las rutas, ante la eventualidad de que a la postre se consume la avenencia.
El temor a que las habituales imposiciones del organismo emblemático del gran capital obliguen al gobierno del país centroamericano a aumentar los impuestos, se comporta como el principal detonante de las reprobaciones pocas veces vistas en Costa Rica.
Es cierto que para calmar los ánimos, el gobierno convocó a un diálogo, pero despertó sospechas al dejar fuera al Movimiento Rescate Nacional, principal generador de actos en las calles.
Tanto esa colectividad como otras se hacen eco de hondas preocupaciones de los sindicatos acerca de lo que exponen como una aguda crisis económica.
El impacto de la pandemia por el nuevo coronavirus que aunque NO ha sido tan grave se suma a las secuelas de dificultades latentes desde antes de llegar el virus.
Más de 26 por ciento de los costarricenses sufren pobreza, el nivel más alto en casi tres décadas, y el desempleo pasó de 12 a 24 por ciento.
Peor aún, el país afronta un déficit fiscal para este año cercano a 10 por ciento del Producto Interno Bruto.
Por esa razón, el Estado estaría abocado a la quiebra, según opinó el diputado del Frente Amplio, José María Villalta (en la foto).
De acuerdo con su parecer, estaría en peligro la cobertura presupuestaria de servicios esenciales como educación y salud públicas.
Incluso el descalabro sería más visible en las tradicionalmente olvidadas regiones del campo con marcada alza de la desigualdad.
A estas alturas parece un espejismo el salto dado este año por Costa Rica a la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, conglomerado de naciones con más desarrollo.
El ingreso ayudó a calzar la imagen alegadamente próspera de la llamada “Suiza de Centroamérica”, hoy muy lejos de exhibir la concordia del país europeo del mismo nombre.