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Por Roberto Morejón/RHC
A las puertas del invierno, con una población cansada de restricciones y hospitales cuya capacidad merma, afronta Europa una segunda ola del nuevo coronavirus.
La Organización Mundial de la Salud afirmó que los decesos diarios por la COVID-19 en el Viejo Continente aumentaron en casi 40 por ciento en una semana, y el número de casos fue tres veces mayor en comparación con el primer pico en marzo último.
La situación más inquietante la exhiben Francia, España, Reino Unido y Países Bajos, e Italia retoma regulaciones recibidas con aspereza por la población.
Los expertos llaman entonces a redoblar cuidados, alertan sobre la dispersión geográfica de los casos y destacan el auge de las muertes en España, fenómeno que interpretan como un aviso a los vecinos.
En Bélgica casi NO tienen tiempo para recabar informes de lo ocurrido fuera de fronteras, al concentrarse las miradas en el incremento notable de ingresos a hospitales, a un ritmo semanal de 88 por ciento.
Peor aún, en esa nación alertaron sobre la ocupación acelerada de las camas de cuidados intensivos y vaticinaron un déficit acentuado en dos semanas.
La huelga de médicos en España y el agotamiento del personal calificado en hospitales de Europa después de la estremecedora primera arremetida de la enfermedad, llevan a preguntarse si los servicios de salud podrán atender los actuales retos.
Mucho más porque escasean médicos y enfermeros y se ausentan los que permanecen activos a causa de enfermedades, confinamientos y cuarentenas.
NO por casualidad directivos de hospitales europeos llamaron a antiguos empleados a regresar a las faenas.
En esas circunstancias los europeos tratan de hacer lo posible para evitar una transmisión generalizada del virus SARS-Cov-2 y verse obligados a aplicar el desdeñado confinamiento estricto.
Ya se sabe del alto precio a pagar por la economía e incluso los propios ciudadanos ante un escenario tan rígido, como ocurrió durante la primera embestida del nuevo coronavirus.
Cuando la pandemia vuelve a estrechar el cerco, Europa debate si debe cerrar a cal y canto, parcialmente, o mantener abiertos la producción y los servicios.
La política más juiciosa, recomiendan los estudiosos, es restringir lugares puntuales con alza de casos, elevar las responsabilidades ciudadanas y aplazar diversiones e intercambios familiares, hasta tanto el peligro amaine.