La covid-19 vino a exacerbar las desigualdades y puso de relieve las limitaciones para mantener funcionando la enseñanza.
Por: Guillermo Alvarado
En América Latina y El Caribe, consideradas como la región más desigual en todo el mundo, no es ninguna noticia que el proceso de enseñanza también presente profundas brechas, pero la presencia y el daño ocasionados por la covid-19 podrían ocasionar un desastre generacional.
Así lo indica un informe presentado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, donde se revela que a lo largo de este año se han profundizado las diferencias de oportunidades entre los más pudientes y los sectores desprotegidos.
Las disparidades ya eran obvias antes de la aparición de la pandemia. El texto puntualiza que en 21 países del área los alumnos de los hogares de mayores ingresos tenían cinco veces más oportunidades de finalizar la enseñanza secundaria superior que los más pobres.
En promedio, sólo la mitad de los jóvenes de 15 años alcanzaban un dominio mínimo en el campo de la lectura. El dato es muy inferior en las comunidades indígenas, afrodescendientes o migrantes, que van a una escuela cuyo lenguaje es diferente al suyo materno.
Peor les va a quienes sufren alguna discapacidad, que vuelve muy remotas sus esperanzas de asistir a un centro de enseñanza.
Salvo algunas excepciones, entre ellas Cuba, los programas del sistema de enseñanza pública no sólo se caracterizan por su desigualdad, sino que también por su baja calidad, derivada de la pobre inversión del Estado.
Un problema serio está en el caso de los alumnos con necesidades especiales, que por lo regular no cuentan con un personal docente preparado para atenderlos, o simplemente no tienen centros adecuados a su situación.
En medio de este sombrío paisaje apareció la covid-19, que vino a exacerbar las desigualdades y puso de relieve las limitaciones para mantener funcionando la enseñanza, incluso en circunstancias extraordinarias.
Las modernas tecnologías, como internet, fueron un alivio para impartir conocimientos a quienes tienen acceso a ellas, pero muchos otros, en particular en las áreas rurales, quedaron fuera de esta oportunidad.
Hubo países, como Guatemala, donde se adoptó la salomónica decisión de aprobar a todos los alumnos de primaria y secundaria, un poco para compensar las carencias de muchos para recibir sus clases, pero lo que no se aprendió quedará siempre en el vacío.
En medio de las perturbaciones económicas causadas por la pandemia, los gobiernos deberán hacer un esfuerzo para compensar los desequilibrios en los sistemas educativos, de los que depende, y mucho, el futuro de varias generaciones.