Por: Roberto Morejón

Los angolanos libraron una larga batalla para poner fin al yugo portugués, pero al vislumbrar la independencia ganaron aliento otros adversarios, a quienes enfrentaron con ayuda de cubanos.

El 16 de enero de 1975, se firmó en Portugal el acuerdo para la independencia de Angola, aunque solo 11 meses después los representantes genuinos del pueblo la pudieron proclamar.

Con riquezas naturales cuantiosas, Angola era codiciada por europeos, estadounidenses, zairenses y sudafricanos, de la época del apartheid, aliados a mercenarios internos.

Todos se confabularon para impedir la alborada con el Movimiento Popular para la Liberación de Angola al frente.

Esa fuerza independentista y el poeta y luchador Agostinho Neto solicitaron a Cuba ayuda para neutralizar la marcha de los enemigos del pueblo angolano, dispuestos a apoderarse de Luanda, la capital.

La solidaridad de la mayor de las Antillas se instrumentó con el envío de internacionalistas que contribuyeron a frenar el despliegue enemigo.

La batalla de Kifangondo el 10 de noviembre de 1975 sería el primero de una serie de acontecimientos militares que a la postre lograron consolidar el nuevo rumbo de Angola.

Para sustentarlos fue necesario el arrojo de más de 300 mil cubanos que pasaron por Angola, pues nunca Estados Unidos, Sudáfrica y Zaire abandonaron los planes de asfixiar a las autoridades de Luanda.

Tanto fue así que debió escribirse otra epopeya militar en la sureña región angolana de Cuito Cuanavale entre diciembre de 1987 y marzo de 1988.

En un feroz escenario bélico participaron angolanos, patriotas namibios y colaboradores cubanos, quienes consolidaron la soberanía del país de habla portuguesa ante el empuje militar sudafricano.

La victoria en ese enclave influyó en la liberación de Namibia, en 1990, y el fin del sistema de segregación racial en Sudáfrica.

“Cuito Cuanavale fue el viraje para la lucha de liberación de mi continente y de mi pueblo del flagelo del Apartheid“, afirmó el primer presidente de la nueva Sudáfrica, Nelson Mandela.

El líder popular encomió la independencia de Angola y la hermandad de los cubanos, quienes NO buscaron gloria o riquezas.

Cuarenta y cinco años pasaron desde la proclamación de la independencia de Angola. Los veteranos de la colaboración internacionalista y los cubanos en general asumen con satisfacción los éxitos de la nación africana.