Por: Guillermo Alvarado

La Organización de las Naciones Unidas denunció la víspera que en Brasil existe un racismo estructural y demandó una investigación profunda, transparente y efectiva del asesinato de un ciudadano negro a manos de dos guardias en un supermercado de Porto Alegre.

El crimen perpetrado contra Joao Alberto Silveira Freitas, de 40 años, quien fue cruelmente golpeado hasta la muerte por dos empleados de seguridad en una tienda de la cadena europea Carrefour, causó indignación en la sociedad brasileña y miles de personas salieron a las calles a exigir justicia.

La ira subió más de tono luego de que el presidente, Jair Bolsonaro, y el vicepresidente, Hamilton Mourao, aseguraron que no se trató de un acto racista y negaron que ese flagelo exista en la nación sudamericana.

Una vocera de la Oficina de los Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, Ravina Shamdasani, dijo que la muerte de Silveira Freitas es un caso más que refleja desafortunadamente la violencia contra la población negra en Brasil.

Durante una conferencia de prensa virtual la funcionaria agregó que la cifra de afrobrasileños víctimas de homicidio es desproporcionadamente más elevada respecto a la de personas pertenecientes a otros grupos.

En un intento por salvar los muebles, el gerente francés del grupo Carrefour, Alexandre Bompart, expresó sus condolencias por el crimen y dijo que se tomarán medidas para que los miembros del equipo de seguridad respeten la diversidad y rechacen la intolerancia.

Durante multitudinarias manifestaciones en Porto Alegre, Brasilia, Belo Horizonte y Río de Janeiro, los supermercados de esa franquicia debieron cerrar sus puertas y las acciones del grupo se desplomaron en la bolsa de valores del Gigante Sudamericano.

El tema es que aunque Bolsonaro y su gobierno se empeñan en negar la existencia del racismo en ese país, numerosos investigadores y académicos demuestran todo lo contrario.

Para el profesor de derecho de la Universidad Mackenzie, de Sao Paulo, Adilson José Moreira, el racismo en Brasil es el crimen perfecto debido a que todo el sistema judicial y todos los procesos están controlados por blancos, por lo que sólo muy raramente tiene consecuencias.

Brasil fue uno de los últimos países del continente americano en abolir oficialmente la esclavitud, en 1888, pero las desigualdades originadas en ese sistema perduran y se reproducen, al grado de que los seis hombres más ricos del país poseen más dinero que los cien millones más pobres, entre los cuales los negros y mulatos son casi la mayoría.