Por: Guillermo Alvarado
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, insiste en dejar un amargo legado para su administración cuando decidió impugnar el veredicto de un juez federal, que le impide expulsar de ese país a los niños no acompañados que fueron detenidos tras cruzar la frontera.
Durante 2017 y 18 ese gobierno fue duramente criticado por la medida de separar a las familias de inmigrantes indocumentados y encerrar en jaulas a los niños, como si fuesen animales.
Si bien esta práctica cesó, de todas maneras se mantuvo el ensañamiento contra los menores que viajaban sin la compañía de un adulto y que este año comenzaron a ser expulsados con el pretexto de proteger al país del contagio de la covid-19.
De acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, sólo en septiembre se repatriaron a 48 mil inmigrantes, muchos de los cuales eran menores de edad.
La mayoría de estos infantes fueron enviados al otro lado de la frontera en cuestión de horas o días, sin darles la menor oportunidad de pedir asilo o ver a un abogado o representantes de organizaciones humanitarias con el objetivo de encontrar alguna forma de amparo.
El 18 de noviembre el juez federal Emmet Sullivan emitió un fallo donde prohibió terminantemente estas expulsiones, además de exigir que se les retuviera en algún lugar donde sus derechos fueran respetados, algo que se ha cumplido de manera muy relativa.
Recientemente comenté cómo en un centro de retención en el estado de Texas los niños carecen de las más elementales condiciones de higiene, como agua y jabón para lavarse las manos con frecuencia.
En un gesto que raya en el cinismo, el recurso presentado contra la orden del magistrado Sullivan dice que mantener en Estados Unidos a esos pequeños podría tener consecuencias irreversibles para la salud de la población.
Hasta el cierre de ayer domingo en la nación norteña hay casi 13 millones 400 mil contagios registrados y perdieron la vida 266 mil personas, una situación que para nada tiene que ver con las corrientes migratorias sino con una política fallida para controlar la crisis sanitaria.
Las medidas de la administración Trump contra los migrantes son crueles y afectan a miles de seres humanos que no viajan hacia el norte por gusto, sino para escapar a la miseria y la violencia.
El virtual presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, prometió revertir esas políticas, pero no hay todavía señales precisas sobre cómo lo llevará a la práctica, es decir que la incertidumbre se mantiene.