Miembros de la caravana de migrantes durante su paso por México. Foto: EFE.
Por: Guillermo Alvarado
Miles de centroamericanos que perdieron sus escasos recursos por el azote de los huracanes Iota y Eta, y que continúan desamparados por la falta de asistencia de sus gobiernos, comienzan a organizar caravanas con el propósito de emigrar hacia Estados Unidos para buscar cómo sobrevivir.
Se trata de familias pobres del llamado Triángulo Norte Centroamericano, formado por Honduras, El Salvador y Guatemala, que perdieron cosechas y bienes destinados a solventar sus necesidades, en un año muy duro por la pandemia de covid-19 que agudizó las desigualdades en esa zona.
La situación ya era desesperada para muchos habitantes de estos lugares porque el nuevo coronavirus y las medidas necesarias para cortar los contagios destruyeron cientos de miles de empleos, sobre todo en el sector de la economía informal, que carece de los beneficios de la seguridad social.
Una parte, sin embargo, poseía viviendas sencillas con lo indispensable para una existencia más o menos precaria y algún terreno donde cultivaban alimentos para su consumo o la venta.
Las inundaciones y correntadas ocasionadas por los huracanes de noviembre barrieron con todo eso y la asistencia que han recibido hasta ahora es insuficiente para remediar sus males.
A eso se suma el accionar de las maras, las violentas pandillas juveniles, que aprovechan la situación para presionar a jóvenes e incluso adolescentes a involucrarse en el tráfico de drogas y otros delitos, bajo la amenaza de ejecutarlos a ellos o a parte de sus familias.
Así pues, el escape hacia el norte se convierte en una carrera para salvar la vida, amenazada por el hambre, la enfermedad y la violencia, tres azotes que no dan tregua a sus víctimas.
No hay una fecha precisa para la partida de las ya denominadas “caravanas de damnificados”, lo que podría ocurrir en el curso de las próximas semanas.
De hecho, los responsables de algunos refugios para migrantes indocumentados, ubicados en municipios mexicanos próximos a la frontera con Guatemala, ya están reportando el arribo de pequeños grupos, según publica el diario La Jornada.
Si acaso lograran llegar a su objetivo, algo muy difícil debido a los obstáculos que ponen las autoridades migratorias de México y la indiferencia de las poblaciones por dónde deben pasar, podría ser la primera prueba de fuego de la administración de Joe Biden, cuyo inicio está marcado para el 20 de enero.
Las dificultades son enormes, pero no arredran a quienes ya lo perdieron todo menos la esperanza de, quizás, encontrar cómo rehacer sus vidas y darles un futuro a sus hijos. FIN