Imagen / BBC.
Por: Roberto Morejón
América Latina sufre con rigor la crisis sanitaria provocada por la pandemia y su traslación al peor quebranto económico, social y productivo en más de un siglo.
La magnitud de la parálisis de actividades fabriles y el comercio distinguen el presente declive, opinó el director regional para América Latina y el Caribe de la Organización Internacional del Trabajo, Vinicius Pinheiro.
Con una caída de 7.7 por ciento del Producto Interno Bruto en 2020, el golpe se irradia a todos los sectores económicos latinoamericanos y caribeños.
Con ese lastre, varios países encabezaron la lista de los más castigados, entre ellos México, Venezuela, Argentina, Guyana, Santa Lucía y Antigua y Barbuda.
En esos Estados y en los restantes también muy sacudidos recuerdan con amargura que en el pasado reciente ya se padecían serias dificultades en América Latina y el Caribe.
En efecto, en los anteriores seis años la contracción anual promedio de la economía había sido de 1,17 por ciento.
Ahora, el nuevo coronavirus afianzó la huella negativa hasta sugerir a analistas estar en presencia de un momento inédito en la humanidad, y en la región al sur del Río Bravo.
Con acentuadas brechas estructurales y accesos fragmentados a los servicios de salud y protección social, elevada informalidad y disparidad productiva, la pandemia resultó agresiva para el subcontinente.
A todo lo anterior se asocian niveles de desocupación sin precedentes, pues la tasa debe sobrepasar el 10 por ciento en 2020.
Ese indicador se acentuó porque América Latina figura como el área del planeta más perjudicada por la pérdida de capital foráneo.
En medio de las estadísticas sombrías, expertos pronostican para 2021 un ligero despunte del Producto Interno Bruto regional, solo capaz de ganar velocidad en 2024.
Para concretarlo será indispensable la llegada de las vacunas si los países ricos dejan un margen de maniobra a los más vulnerables.
También gravitará sobre un eventual crecimiento económico la probable convulsión social, ya vista en Chile, Ecuador, Perú y Colombia.
Por lo tanto, la coyuntura es desfavorable y para América Latina NO es un consuelo que casi todo el planeta, con la excepción de China, padezca un desplome económico.
Con sus desigualdades atávicas, la región enfrenta un enemigo adicional, como si NO fueran pocos los que la desafían. FIN