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Por María Josefina Arce.
El próximo jueves quedará inaugurado el Año Internacional para la Erradicación del trabajo infantil, una triste realidad para muchos menores en el mundo, agravada en el 2020.
Pero la COVID 19 ha traído nuevos desafíos para el cumplimiento de esa meta, al llevar a un incremento del fenómeno, lesivo para el bienestar físico y mental de los infantes.
Antes de la aparición de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus más de 150 millones de niños estaban atrapados en las redes del trabajo forzoso, la esclavitud y la trata de personas.
La Organización Internacional del Trabajo aseguró que el cierre de las escuelas por la pandemia agravó el problema, pues muchos infantes laboran para contribuir a los ingresos familiares.
Una situación a la que también ha llevado el incremento de la pobreza generado por la COVID 19, que ha provocado la pérdida de numerosos empleos.
Solo en América Latina se estima que el pasado año se perdieron más de 50 millones de puestos laborales, mientras que al ejército de pobres se sumaron 45 millones de personas.
De acuerdo con UNICEF, Fondo de la ONU para la Infancia, algunos estudios aseguran que el aumento de un punto porcentual del nivel de pobreza puede conllevar al incremento de 0,7% o más del trabajo infantil.
La agricultura, la minería, la industria y los servicios son los sectores en los que mayormente se emplean a los infantes.
Por demás, aún continúa siendo una constante el empleo de niños como soldados en regiones donde tienen lugar conflictos armados. Estos menores se enfrentan a la crudeza de la guerra, con los consabidos daños físicos y mentales que provoca.
El panorama actual, alertan expertos, amenaza igualmente con ahondar las desigualdades de género, pues son las niñas las más susceptibles de ser explotadas sexualmente o en labores agrícolas y domésticas, y las que, además, tienen menos probabilidades de regresar a las escuelas.
i bien a partir del 2000 se registró una disminución del trabajo infantil, la COVID 19 ha revertido esa tendencia por la grave situación económica generada, la pérdida de algún progenitor y el cierre de los centros educativos.