Por María Josefina Arce.
Triste fue el último fin de semana para la capital del estado de Amazonas, donde reportes de prensa informaron sobre cientos de personas en largas colas para tratar de conseguir el oxígeno para sus familiares enfermos en casa.
La ciudad brasileña es el epicentro de la pandemia en el gigante suramericano. Las personas mueren en sus hogares ante el colapso de los centros hospitalarios y la falta de insumos.
Esta es la segunda ocasión en que Manaos vive un complejo panorama. Ya en marzo pasado también acaparó los titulares por el alto número de casos de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
Ante la actual crisis la Fiscalía de la República abrió una investigación contra el ministro de Salud, el general Eduardo Pazuello, que recordemos sin ninguna experiencia sanitaria fue puesto al frente de esa cartera por el presidente Jair Bolsonaro, tras sus enfrentamientos con los anteriores titulares.
La Fiscalía determinará porque no se garantizó el oxígeno en los hospitales de Manaos cuando el ministro fue advertido en varias ocasiones de la carencia del vital elemento.
Pero no es solo Pazuello quien está en el centro de las críticas. Son numerosos los pedidos de renuncia del presidente Bolsonaro por el ineficiente enfrentamiento a la pandemia, pero además por su irresponsable actitud y su indiferencia ante lo que acontece en el país.
El ex militar ha restado importancia a la COVID 19, a la que ha calificado como una gripe. Su postura reacia al uso de la mascarilla, su contacto con sus partidarios sin mantener la adecuada distancia mandan un mensaje equivocado sobre la real gravedad de la enfermedad.
El mandatario ultraderechista también ha saboteado muchos de los esfuerzos por contener la pandemia.
Ante la mirada indolente de Bolsonaro, ha visto Brasil un sostenido crecimiento de la cifra de enfermos y fallecidos por la dolencia, desde que en marzo del 2020 se registró el primer caso.
Hoy la nación suramericana se acerca peligrosamente a los nueve millones de contagiados, mientras ya rebasó las 200 mil muertes.
Ante el lamentable panorama de Manaos, reflejo de lo que vive el país, indignan las palabras de Bolsonaro, quien manifestó: " aquello es terrible. Nosotros hemos hecho nuestra parte...". Y mientras tanto son otros quienes socorren al pueblo brasileño. Es el gobierno de Venezuela, tantas veces atacado por el presidente, el que ha dado su ayuda a la agónica Manaos.