Vivir de prestado

Editado por Maite González Martínez
2021-01-29 07:10:52

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Por: Guillermo Alvarado

La contracción de la economía en todo el planeta causada por la pandemia de covid-19 ha sido tan grande que, por primera vez desde la II Guerra mundial, la deuda pública global a finales de 2020 fue equivalente al 98 por ciento del Producto Interno Bruto, PIB.

Quiere esto decir que por cada dólar obtenido en el orbe, se deben 98 centavos y quedan solamente dos para enfrentar todas las necesidades cotidianas, algo que es sencillamente absurdo, pero real.

Así lo reveló el Fondo Monetario Internacional, FMI, durante el Foro de Davos, donde los países desarrollados, los hombres más ricos del mundo y numerosas instituciones se reúnen cada año para discutir los irresolubles problemas económicos de la actualidad.

El encuentro se realiza esta vez de manera virtual debido a la crisis sanitaria y está centrado en los impresionantes daños ocasionados por esta enfermedad, cuyo control y solución están todavía muy lejanas.

Justo es decir que la información es grave, pero no sorprendente porque en la esencia del sistema capitalista el crédito juega un papel crucial. Por diversos mecanismos, entre ellos la publicidad, cada individuo es convertido en una máquina de consumo insaciable.

De hecho aquella vieja sentencia de que nadie puede gastar más de lo que tiene ya es cosa del pasado. Personas y familias son compulsadas a comprar más y más, de tal manera que todos sus ingresos futuros, y posiblemente los de sus hijos, están ya comprometidos.

Pero también pasa a nivel de naciones. Estados Unidos, por ejemplo, al cierre de 2020 debía el 129 por ciento de su PIB y, sin embargo, es todavía la primera potencia económica del planeta.

En ese país, por cierto, el torpe manejo de la pandemia realizado por la recién concluida administración de Donald Trump provocó una caída del 3,5 por ciento del Producto Interno Bruto, algo que no se veía desde 1946.

Detrás de este dato hay, por supuesto, un derrumbe del mercado laboral y una cifra cada vez mayor de personas viviendo en la pobreza.

La paradoja es que los individuos más ricos vieron cómo creció su fortuna en el año en que muchos perdieron casi todo lo que tenían, es decir que aumentó la brecha ya casi insalvable entre los adinerados y los excluidos.

Si esto ocurre en los países más desarrollados, imagínense ustedes como lo llevan los más pobres, donde además suele ser común la fragilidad institucional y la corrupción rampante.

La gran pregunta es ¿cuánto resistirá esta tensión antes de que la cuerda se rompa? Esperar y ver, amigos.



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