Por: Guillermo Alvarado
Cuando por las cuatro esquinas del planeta se propagan la incertidumbre, el dolor y la muerte debido a la incontrolable pandemia de covid-19, con saldos millonarios de enfermos y fallecidos, siempre hay quienes encuentran la oportunidad de hacer jugosos negocios con esta tragedia.
Muestra de lo mal que anda la conciencia de nuestra especie, es que no faltarán quienes consideren normal que eso ocurra y justificarán que mientras unos lloran, otros disfruten por la misma causa.
En este tono va el anuncio de la corporación farmacéutica de capital estadounidense Pfizer, de que gracias a la rápida fabricación de una vacuna contra el nuevo coronavirus espera facturar este año la bicoca de 15 mil millones de dólares.
Sin el más mínimo rubor, los ejecutivos de la transnacional señalaron que junto a sus asociados de la firma BioNTech consiguieron un éxito sin precedentes para incrementar la billetera de sus accionistas.
Luego de recibir la autorización sanitaria para comenzar a entregar sus vacunas, la empresa consiguió en el último trimestre de 2020 ganancias por 594 millones de dólares, que le permitieron recuperar las pérdidas acumuladas en el curso de ese año.
Hasta el momento tiene convenios para entregar 200 millones de dosis en Estados Unidos hasta mayo próximo, a lo que se suman otros 300 millones para la Unión europea y 40 que estarán destinados al mecanismo COVAX, creado para auxiliar a países con escasos recursos.
En el balance empresarial no se dice, sin embargo, que casi todos los consorcios occidentales de esa rama consiguieron acelerar sus producciones gracias a una importante inyección de capital estatal y aportes de sectores no gubernamentales y donantes particulares.
De hecho, la empresa de análisis de datos científicos Airfinity calculó que los gobiernos entregaron 8 mil 600 millones de dólares y organizaciones sin fines de lucro dieron otros mil 900 millones para financiar las investigaciones, mientras el sector privado solo invirtió 3 mil 400 millones.
Además las farmacéuticas tuvieron acceso gratuito e ilimitado a los estudios especializados que realizaron universidades y laboratorios públicos.
Las ganancias por las ventas de los inmunizantes, así como los conocimientos adquiridos en este proceso, no se compartirán y pasarán a formar parte de los activos de las corporaciones que saldrán fortalecidas tras la pandemia.
En oídos bien sordos cayeron las peticiones de la Organización Mundial de la Salud y otras instituciones para que las vacunas contra la covid-19 fuesen patrimonio de toda la humanidad. Poderoso caballero, es don dinero. FIN