Finita la comedia

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2021-02-15 07:38:34

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Senado de Estados Unidos. Foto: Archivo/RHC.

Por: Guillermo Alvarado

Finalizó en el Senado de los Estados Unidos la mascarada del supuesto juicio contra el expresidente Donald Trump, acusado por incitar a la rebelión cuando azuzó a sus seguidores a ocupar el Capitolio en un desesperado intento de revertir las elecciones del 3 de noviembre de 2020.

No utilizo por gusto el calificativo de mascarada hacia ese espectáculo, porque es muy difícil calificar de juicio a un proceso donde lo más importante eran los intereses partidistas y no la justicia.

Los demócratas estaban dispuestos a condenar al magnate, aún en el imaginario caso de que fuera inocente; los republicanos lo defenderían a toda costa, como así ocurrió, sin importar que se demostrara su culpabilidad.

Al final fueron 57 votos en contra y 43 a favor del antiguo jefe de la Casa Blanca y como hacían falta 67 sufragios para condenarlo, el controvertido magnate resultó absuelto, como ya se sabía que iba a ocurrir.

Es válido preguntarse en primer lugar ¿para qué organizar todo esto?

Recuerdo ahora que bajo el dominio de los emperadores Calígula y Cómodo el imperio romano vivió algunas de sus peores crisis políticas, al mismo tiempo que se organizaban grandes y sangrientos espectáculos en el circo, para mantener entretenida a la multitud.

Otros se cuestionan: ¿quién ganó y quién perdió?

Los demócratas consiguieron convertir a Trump en el primer presidente que es sometido dos veces a impeachment en un mandato de cuatro años, lo que en términos prácticos será nada más que una anécdota en la historia.

Más importante fue sentar el precedente de que un gobernante puede ser juzgado políticamente por graves faltas, aunque haya concluido su período.

¿Se imaginan, amigos, un mundo donde se hubiese podido juzgar a Truman por lanzar dos bombas atómicas sobre Japón; a George Bush padre por la invasión a Panamá, o a su hijo por mentirle a todo el mundo para iniciar la Segunda Guerra del Golfo y devastar Iraq, cuando ya no eran presidentes?

Los republicanos demostraron que ese partido ya no es ni la sombra de la sombra de lo que fue otrora, como cuando Abraham Lincoln fue presidente. Ahora es una organización sujeta a presiones, chantajes y temores.

Un ejemplo lo dio en este llamado juicio el representante ante el Senado, Mitch McConnell, quien al principio fue favorable al proceso y la condena, pero al final dobló las rodillas y votó por absolver a Trump.

Este último, sobre quien no pesan escrúpulos morales, sociales ni políticos, se mostró envalentonado y dijo que su movimiento no ha terminado, sino que apenas está comenzando, una amenaza para no olvidar.

Conviene, entonces, no perderle la pista porque tiene los colmillos intactos y puede hacer mucho daño a corto y largo plazo. 



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