Captura de video.
Por: Roberto Morejón
La postrera decisión de la administración de Donald Trump de incluir a Cuba en una adulterada lista de patrocinadores del terrorismo representó un acto oportunista y desesperado para asfixiar a La Habana , de ahí la perentoriedad de su anulación, como exhortó el gobierno de la mayor de las Antillas.
Al hablar en el Segmento de Alto Nivel de la Conferencia de Desarme, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, instó al nuevo gobierno estadounidense a revocar la designación de este país caribeño en la infausta relación.
Numerosas voces se alzaron en el mundo para rechazar el anuncio correspondiente hecho por el entonces secretario norteamericano de Estado Mike Pompeo, quien se deshizo en lugares comunes para calzar su arenga propia de la guerra fría.
El senador por el estado norteamericano de Vermont Patrick Leahy calificó aquel paso de designación descaradamente politizada.
El exconsejero de Seguridad Nacional de la administración del expresidente Barack Obama, Ben Rhodes, la conceptuó de basura politizada.
Los cubanos manifestaron airada irritación y condenaron la diatriba suscrita por Trump a menos de 10 días de su salida de la Casa Blanca.
Así lo hizo quien en su condición de Presidente alentó a una turba seguidora a embestir el Congreso, un ataque enjuiciado por muchos como terrorista.
Pero además, Estados Unidos carece de moral para llevar a Cuba a la particular lista de patrocinadores de terrorismo, porque ha organizado numerosas aventuras de ese corte, con Cuba como blanco de NO pocas.
La mayor de las Antillas NO envía soldados o grupos de choque a desatar la violencia y solo desplaza médicos, maestros e instructores deportivos a otras naciones, a solicitud de los gobiernos respectivos.
Pero Trump y sus consejeros anticubanos, como el senador Marco Rubio, hicieron tabla rasa de la solidaridad de La Habana con otras naciones e incluso la difamaron.
Solo querían ahogar a los cubanos porque su inclusión en la lista de patrocinadores del terrorismo les dificulta los nexos internacionales.
Además, el magnate republicano y sus acólitos buscaban hacer más complicada una eventual flexibilización de las políticas hostiles estadounidenses hacia Cuba.
En ese contexto es muy válido el llamado del jefe de la diplomacia cubana a desmontarse aquel acto de los Trump-Pompeo, por su carácter injusto e hipócrita.