Atascos en la frontera

Editado por Maite González Martínez
2021-03-17 07:58:41

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Foto / Los Ángeles Times

Por: Guillermo Alvarado

El arribo cada vez mayor de migrantes originarios de México y del Triángulo Norte Centroamericano, está creando un preocupante cuello de botella en la frontera con Estados Unidos, de manera particular por el creciente número de menores de edad no acompañados.

Algunos medios de comunicación señalan como responsables por este flujo migratorio a los traficantes de personas, los llamados “coyotes”, que están propalando la falsedad de que la administración de Joe Biden va a abrir las puertas como parte del desmantelamiento de las políticas de Donald Trump.

Por un lado es verdad que se emitieron algunas órdenes ejecutivas para dar marcha atrás a las más drásticas medidas de Trump, pero por el otro los mensajes de la Casa Blanca han sido tajantes al advertir que no es tiempo de viajar hacia el norte.

De todas maneras ya las estadísticas muestran el aumento de personas en el área de demarcación entre México y Estados Unidos.

En el mes de febrero la patrulla fronteriza interceptó a unos cien mil indocumentados, de ellos 9 mil 400 niños que viajaban solos. De acuerdo con los datos, los intentos de cruce de adultos subieron en 12 por ciento, de menores no acompañados en 90 puntos y de unidades familiares en 281.

El diario The Washington Post informó que están bajo custodia en centros de detención cuatro mil 200 menores y muchos de ellos ya rebasaron las 72 horas que por ley deberían permanecer en esos sitios.

Los niños sólo pueden estar retenidos tres días y luego pasan al cuidado de albergues del departamento de Salud, que los debe entregar a familias de acogida mientras se resuelve su expediente.

En la práctica esto no ha funcionado así, en parte por la cantidad de detenciones diarias, que oscilan entre 400 y 500. La Casa Blanca argumenta que el gobierno anterior dejó un sistema desarticulado e ineficaz que se está tratando de poner en orden.

La verdad, sin embargo, es que se trata de un problema que tiene otro origen, más allá de normas y regulaciones fronterizas, y es que en los países emisores de migrantes, la violencia, las enfermedades y el hambre no dan tregua.

Muchos de los pequeños que ahora se agolpan en las puertas del “paraíso” norteño vienen de hogares con mínimos recursos para sobrevivir, otros tratan de escapar a las temibles pandillas juveniles, las maras, y casi todos buscan oportunidades que en su propia nación se les niegan.

Cuando esto se resuelva, ellos, o quizás sus hijos, viajarán a Estados Unidos por placer o curiosidad. Ahora lo hacen porque prefieren morir en el intento que hacerlo en su lugar de origen. 



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