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Por María Josefina Arce
Ayuda internacional han solicitado senadores brasileños de diversas tendencias políticas ante la dramática situación que vive Brasil por la COVID 19. La nación se ha convertido en el epicentro de la pandemia a nivel mundial al registrar el mayor número diario de contagiados y muertos.
El gigante suramericano ha rebasado ya la cifra de 12 millones de enfermos y se acerca peligrosamente a los 300 mil fallecidos en un año de emergencia sanitaria mundial.
La irresponsable actitud del presidente Jair Bolsonaro ante la enfermedad causada por el nuevo coronavirus ha tenido un alto costo para el pueblo brasileño.
Bolsonaro se ha negado a respaldar las medidas de confinamiento, escudándose en la necesidad de mantener activa la economía y de proteger la libertad de los ciudadanos.
Pero los brasileños están muriendo y la cifra aumenta por horas. Ya son más de dos mil los fallecidos por día, sin que por el momento se vislumbre una mejoría.
Crítico es el panorama en los hospitales, que están al tope de su capacidad e incluso se habla de tener que rechazar nuevos ingresos. De acuerdo con las informaciones, las unidades de cuidados intensivos de 25 de los 26 estados y el distrito federal tienen un índice de ocupación igual o superior al 80 por ciento y en 15 territorios ya están a más del 95 por ciento.
A esto se suma la falta de insumos para atender a los enfermos, entre ellos el oxígeno, una triste realidad que ya vivió el estado de Amazonas, donde, de acuerdo con la Fiscalía, al menos 50 personas murieron asfixiadas por la falta del mismo.
Los medicamentos que facilitan la intubación podrían agotarse en las próximas dos semanas, señala un informe del Consejo Nacional de secretarios municipales de Salud.
La semana pasada el Frente Nacional de Alcaldes de Brasil envió una carta a Bolsonaro y al Ministerio de Salud solicitando medidas inmediatas para proporcionar los medicamentos necesarios.
En medio de este complejo panorama todavía no se ha hecho efectiva la designación del cardiólogo Marcelo Queiroga como nuevo titular de Salud, anunciada el pasado día 15 por Bolsonaro, quien sustituyó al general Eduardo Pazuello.
Y Bolsonaro no acaba de reconocer la crítica situación que vive el país y achaca a una guerra en su contra las críticas. "Parece que la gente sólo muere de COVID", se atrevió a manifestar.
Pero su inacción ante el avance de la enfermedad en el país suramericano ha llevado a que incluso, la Fiscalía pidiera al Tribunal de Cuentas de la Unión la destitución del mandatario por el vicepresidente durante la gestión de la pandemia.
Brasil vive una tragedia sanitaria. Y cada vez son más quienes afirman que el presidente debe responder por sus acciones contra la salud del pueblo brasileño, que califican de genocidio.