El local de King Soopers tras el tiroteo. Title EP
Por: Guillermo Alvarado
Una nueva tragedia conmueve a la sociedad estadounidense, luego de que un hombre armado disparó indiscriminadamente contra la gente que hacía compras en un supermercado en el occidental estado de Colorado, provocando por lo menos diez muertos.
El múltiple crimen ocurrió pocos días después de que en la ciudad de Atlanta, capital de Georgia, tres ataques contra salones de masajes dejaron ocho mujeres fallecidas, seis de ellas de ascendencia asiática.
Como suele suceder tras cada uno de estos dramas, las autoridades expresan frases de dolor y acompañamiento hacia las víctimas y sus familiares, pero pocas veces se pone el énfasis en una de las principales causas, la excesiva proliferación de armas y los mínimos controles para venderlas a cualquiera.
Estados Unidos es un país saturado de estos artefactos de la muerte bajo el amparo de la Segunda Enmienda de la Constitución que, quizás en el momento de emitirla en 1791, al calor todavía de la guerra de independencia, tuvo su razón de ser, pero hoy no sólo es obsoleta, sino muy peligrosa.
El texto, de 25 palabras en su traducción al español, dice así: “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.
Detrás de él se esconden industriales y comerciantes muy prósperos que convirtieron al país norteño en un enorme arsenal, donde por cada 100 habitantes hay 120 armas e innumerable cantidad de municiones en poder de civiles, contando a los ancianos y bebés recién nacidos.
Y no hablo de revólveres y pistolas nada más, sino de modernos y potentes fusiles, como el AR-15, una versión modificada del M-16, que dispara tiro a tiro con una alta cadencia de fuego, ideal para un asesino solitario.
El rentable negocio de fabricar y vender estos instrumentos se mueve por temporadas y tiene mucho que ver con las angustias y temores de una sociedad poco estable.
Así, la pandemia de covid-19 fue una época dorada para los mercaderes de la muerte, pues las compras entre la población subieron y durante las protestas tras el asesinato de George Floyd literalmente se dispararon.
Pero esto no fue nada comparado con lo ocurrido en enero de 2021, como el asalto al capitolio y la tormentosa investidura de Joe Biden a la presidencia.
Durante ese mes se procesaron 4,3 millones de verificaciones de antecedentes penales, solicitados por quienes tenían la intención de comprar un arma.
En la primera potencia económica del mundo la angustia y el miedo son sensaciones dominantes entre la gente, que parecen calmarse cuando se tiene en casa algo con que matar o hacer daño a sus semejantes.