Por: Roberto Morejón
Ante el rebrote de COVID-19, los cubanos revisan estrategias, cubren aberturas por donde asoma el virus y amplían el probado apoyo de la ciencia.
Dos nuevos laboratorios de Biología Molecular se inauguraron en igual número de provincias orientales, para aumentar el examen de muestras PCR, en lo que se interpreta como un importante avance.
Ya se sabe de la complejidad de los equipamientos en los referidos recintos, un verdadero reto para Cuba, cuya economía, como la de otras naciones, sufre la crisis originada por la pandemia.
Además, la mayor de las Antillas resiste el recrudecimiento del bloqueo por la administración del ex presidente estadounidense, Donald Trump.
En ese cuadro de limitaciones, el Estado dispuso financiamiento para subir de cuatro laboratorios para el procesamiento de muestras PCR al iniciar el enfrentamiento a la epidemia, a 25.
A su vez, prosiguen con intensidad las investigaciones para perfeccionar alternativas en los protocolos de atención a los enfermos.
Así debe ser porque en las últimas semanas se han detectado más positivos a la COVID-19 que en todo el mes de enero, con predominio de los contactos de casos confirmados, lo que explica la extensa cadena de contagios.
Al acentuarse la transmisión del virus y ser imprescindible incrementar las capacidades de aislamiento en el territorio, La Habana debió abrir una nueva instalación con ese fin.
Las autoridades instruyeron además a los órganos encargados del orden interior, arreciar la imposición de multas y otros mecanismos, con el objetivo de hacer cumplir las disposiciones sanitarias.
Esa conducta se argumenta porque el incremento de casos positivos a la COVID-19 en Cuba está relacionado en parte con la baja percepción de riesgo de algunas personas.
Otros ciudadanos muestran reticencia a cumplir restricciones imprescindibles en estos tiempos, tanto en el transporte público y empresas, como en talleres y entidades comerciales.
El alza de contagios también se corresponde con la No observación de todas las restricciones recomendadas en las viviendas, cuando convive una persona diagnosticada positiva con sus familiares.
Nadie puede descansar, debe insistirse en las recomendaciones sanitarias, velar por su cumplimiento y aplicar los correctivos indispensables, al amparo de la ley.
En esa pauta va la vida, aunque algunos incrédulos intenten negar o ignorar esa verdad.